Espíritu SantoMuestra

Bondad.

Un atributo maravilloso de Jesús es la bondad; Él anduvo en este mundo realizando actos de amor y bondad para aquellos que estaban sumidos en la desesperación. Podemos verlo en cada milagro que hizo, porque se nos dice que fue movido por la misericordia.

El fruto de la bondad debe llenar nuestras vidas. Recordemos que los frutos que se describen como dones del Fruto del Espíritu en Gálatas 5:22-23 incluyen el de la bondad, siendo este maravilloso fruto parte del amor y la misericordia que debemos demostrar como hijos e hijas de Dios. La Escritura también nos lo dice en Efesios 4:32: "Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo".

Ser una persona bondadosa hace que resplandezcamos por encima de la maldad que este mundo tiene. En este mundo, se utiliza la regla del más fuerte y la supervivencia. En cambio, en el Reino de los Cielos, se emplea el sistema de ayuda mutua, fruto del amor que debe prevalecer. Ahora bien, debemos someter nuestro ser y hacer lo que se nos demanda en la Palabra, recordando siempre las palabras de Jesús en Mateo 9:13: "Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento".

Seamos bondadosos; no debemos ser egoístas ni dejar pasar las oportunidades que nos brinda el Padre para crecer. Todos podemos dar de nuestra parte al necesitado y así nos convertimos en hacedores de la Palabra y no solo oyentes de ella.

Oremos:

Padre Bueno, te damos gracias por la enorme bondad que muestras cada día hacia nosotros; gracias porque a través de ella somos verdaderamente bendecidos y tenemos la oportunidad de sembrar para tu Reino aquí en la tierra. En el nombre de Jesús, te pedimos que nos ayudes a tener un corazón sensible a la necesidad ajena para dar conforme a nuestras posibilidades y así recibir de ti el galardón que has prometido a quienes perseveren hasta el fin. Ayúdanos a ser imitadores de Cristo todos los días de nuestra vida. Amén.