Gloria en Nuestros Sufrimientos.Muestra
Día 4: Cómo aceptar la verdad de Dios sobre nosotros.
Quiero que imagines a alguien a quien amas muchísimo con todo tu corazón y a alguien que te ame también. Ahora, pensando en esa persona, imagina que te prepara un regalo. Se toma el tiempo para comprar y elegir algo que necesitas, lo envuelve en esta hermosa caja con tu color favorito y está esperando a ser abierta. Esta persona te da el regalo con entusiasmo, pero lo rechazas porque sientes que no lo mereces. Dios se siente rechazado cuando no recibimos su verdad sobre quiénes dice que somos.
Sé que Dios ha querido que acepte su verdad bíblica sobre mi vida: que soy maravillosa, que soy digna, que soy justa y que soy la hija del Rey más alto. El enemigo usó mi dolor, quebrantamiento y trauma para decirme que no valía, y fui lo suficientemente engañada como para creerlo. Yo rechace el regalo de Dios una y otra vez. Recuerdo un día en particular, estaba llorando y contándole a Dios cómo dejé que la cantidad de dinero que un hombre pagó por mí cuando mi madre me vendió definiera mi valor. Ese signo de dólar estuvo sobre mi cabeza durante muchos años. Dios, en un suave y amoroso susurro, dijo: “Mi amada y preciosa hija, envié a mi único hijo a pagar el precio más alto. Quería estar cerca de ti. Ningún hombre de carne podría jamás comprar eso. Tú vales mucho para mí”.
Nuestros sentimientos aveces pueden ser engañosos y vacilantes. Si tus sentimientos contradicen lo que la Biblia dice acerca de ti, entonces tus sentimientos mienten. La verdad de Dios sigue siendo la verdad de Dios a pesar de cómo se sienta.
Quiero hablar de redención y restauración. Durante mucho tiempo creí que valía menos debido a los años de abuso que soportó mi cuerpo. Fui lo suficientemente valiente como para extender la mano y ponerme el manto de justicia que Dios hizo para mí, pero por dentro me sentí robada. El enemigo vino a robar, mentir, matar y destruir. El diablo me hizo creer que ganó robándome mi inocencia de niña, pero mi Dios poderoso me recordó que él redime, sana y restaura. ¡El enemigo nunca gana, nunca!
Salmo 25:16-18 “Vuélvete a mí y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Alivia los problemas de mi corazón y líbrame de mis angustias. Mira mi aflicción y mi angustia y quita todos mis pecados”.
Salmo 37:23-24 “El Señor afirma los pasos del que en él se deleita; aunque tropiece no caerá, porque el Señor lo sostiene con su mano”.
Escrituras
Acerca de este Plan
¡Extiendo esta invitación a profundizar en la sanidad con Jesús! Dios me ha acompañado a través de 12 años de abuso físico, emocional, explotación y trafico sexual. Durante muchos años el enemigo me convenció de que estaba demasiado destrozada y que era indigna. ¡Juntos nos sumergiremos en la verdad y la gracia de Dios sobre nuestras vidas!
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