¿Cuestión De Suerte?Muestra
La verdadera suerte, la verdadera herencia
Cuando David evaluaba la herencia que le había tocado expresaba, en palabras de nuestro tiempo, que le había ido bien. “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado” (v. 5). Pero no era una cuestión de que en el “bombo de la lotería de la vida” le hubieran repartido buenos números, sino que, como dice pocas palabras antes: “El Señor era la porción de su herencia y de su copa”.
Las dos cuestiones están íntimamente unidas: en el Señor, incluso cuando humanamente nos va mal, estamos en la mejor posición posible:
- El inconverso y el creyente carnal, que sigue poniendo sus ojos en el aquí y ahora, no comprende esto. Sigue sujeto y esclavo a su carne, pensando que ha tenido mala suerte o que, peor aún, Dios no cumple Sus promesas.
- Sin embargo, el creyente espiritual, el que se mueve por fe y no solo por lo que ve, comprende que las promesas de Dios hablan, esencialmente, de lo que va más allá del cuerpo o lo material, y se regocija en su futuro glorioso conforme a las riquezas de Dios, no ofuscándose por lo que aquí, aun y por un poco de tiempo, como dice el apóstol Pedro, nos toca sufrir.
Dicho de otra forma, toda persona que escoge a Cristo puede decir que es hermosa la heredad que le ha tocado. Es conforme a las riquezas de Su gloria que somos fortalecidos en los peores momentos, y es cuando comprendemos la anchura, longitud, profundidad y altura del amor de Cristo que somos llenos de toda la plenitud de Dios.
¡Qué interesante que es de eso de lo que habla el final de nuestro salmo, justamente! Es en la presencia del Señor presidiendo nuestra vida que encontramos plenitud de gozo, y delicias a Su diestra para siempre. Dios no defrauda, ni es deudor de nadie. Él colma el corazón de quien le acepta con todo aquello que nuestra alma anhela, aún sin saberlo. En nuestro lenguaje le llamamos “felicidad”, pero que Dios promete es mucho más que eso: es el gozo de ser plenos en Él, que todos nuestros vacíos queden completos, que la senda de nuestra vida sea iluminada y guiada por Su luz, y que no quedemos al azar de la suerte o a la profunda desgracia de lo impersonal.
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Acerca de este Plan
Usado a menudo para explicar precisamente aquello a cuyo Autor queremos eliminar, el concepto de suerte tiene para el cristiano un significado completamente diferente que el que el mundo alrededor le da. Identifica algunas ideas relacionadas («azar» o «destino», por ejemplo) y te darás cuenta de que este es un asunto en boca de muchos actualmente. Porque el ser humano, aun en su versión más moderna, necesita explicaciones todavía.
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