¿Cuestión De Suerte?Muestra
Una alternativa sin bendición
Todos los caminos NO llevan a Roma. Siento ser la portadora de “malas noticias”. Nos encanta pensar que tenemos por delante todas las opciones, y que unas son tan buenas como otras, pero no es cierto. Escoger una suele dejar fuera buen número de las demás –o todas, en ocasiones.
- Si eliges estar en un lugar, estás apartando la posibilidad de estar en los demás.
- Si tomas un derrotero profesional, no podrás desarrollar otros.
- Escoger el camino de Dios obliga a abandonar a cualquier otro dios, porque no podemos servir a Dios y a otros señores. Dios no comparte Su trono con nadie, ni con la idea de suerte, ni con otras deidades a quienes nos entregamos incluso sin darnos cuenta.
Nuestro corazón es una máquina profesional de generar ídolos. Todo aquello que lo ocupa suele intentar colocarse en un lugar central y permanente de nuestra mente, alma y tiempo, al que dedicamos nuestras acciones, bien teñidas de aquello que nos encanta.
Piensa en cualquiera de las cosas sin las que te sería difícil vivir –y no hablo de supervivencia, necesariamente, sino de deseos– y te darás cuenta de que amasamos cantidades ingentes de ídolos a diario. Nuestra esclavitud es tan profunda que ni siquiera somos conscientes de ellos, pero no son menos reales por eso. Más bien lo contrario: cuanto más sutiles y compartidos con el resto de nuestros congéneres, más poderosos son, y más profundo esclavizan.
Sin embargo, tomar una decisión por Dios, quien sustenta nuestra suerte, de quien viene nuestra HERENCIA con mayúsculas, que es Cristo y nuestra vida escondida en Él, nos coloca en una posición declaradamente absoluta: Él es el Señor, con todo lo que implica, y solo de Él proviene nuestro bien. Las consecuencias para quienes sirven a otros dioses son puro dolor (v.4)
Nuestra “suerte” es que Él ha querido amarnos, escogernos, apartarnos, proyectarnos hacia un futuro glorioso que no puede ser marchitado por nada ni nadie. Eso sí, es un ofrecimiento para ser aceptado, nunca impuesto.
¡Qué bendición –palabra que me gusta mucho más que suerte– poder ser contados entre aquellos que hemos recibido lo que es de Cristo! Obtenemos Su nueva naturaleza y, sobre todo, poder ser aceptados por Dios como hijos amados.
Que Él tenga en nosotros Su complacencia, como la tuvo en Jesús, es nuestra verdadera perla de gran precio. ¡Ahí radica nuestra “suerte”!
Acerca de este Plan
Usado a menudo para explicar precisamente aquello a cuyo Autor queremos eliminar, el concepto de suerte tiene para el cristiano un significado completamente diferente que el que el mundo alrededor le da. Identifica algunas ideas relacionadas («azar» o «destino», por ejemplo) y te darás cuenta de que este es un asunto en boca de muchos actualmente. Porque el ser humano, aun en su versión más moderna, necesita explicaciones todavía.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/