Misión de rescate

Considerar

Ella no podría haber sido más diferente de Jesús. Él era un hombre de respeto. Santo, rodeado de multitudes y amigos más cercanos, y caminando al ritmo del paso del Padre. Él era puro, sin mancha y digno. Ella era una mujer sola. Una marginada, incluso entre una nación de gente contaminada. Estaba contaminada, intocable y llena de vergüenza.

No tenían nada en común. Pero ella era la razón por la que Él estaba allí. Para Jesús, ella lo era todo. Él vino por ella.

Cuando Jesús se encontró con la mujer junto al pozo, pudo ver a una hija que fue creada y amada de manera única por un buen Padre. Sabía por lo que había pasado y las decisiones que había tomado. Él conocía su comprensión de Dios y dónde no llegaba a su gloria. Él vio su sed y le ofreció Agua Viva.

Cuando los discípulos la vieron, vieron a una mujer que no debería haber estado hablando con Jesús.

De poco mérito. No cualificada. Indigna. Vieron su situación y le ofrecieron silencio.

La misión de Jesús en la tierra fue rescatar a su pueblo. Vino, como explicó en Lucas 4, por los pobres, los presos, los ciegos y los oprimidos. Jesús no vino para un mundo que estaba bien. Vino por aquellos atados y oprimidos por el pecado, la separación y el quebrantamiento. Con Su vida perfecta, muerte injustificada y resurrección divina, Jesús creó un pasaje seguro para que los cansados y los perdidos hallaran un Padre amoroso.

El Evangelio es una buena noticia para los pecadores. Son buenas noticias para los desconsolados, los solitarios, los olvidados. El Evangelio dice:

Aunque has estado lejos, ahora puedes estar cerca.

Aunque tus cadenas eran pesadas, puedes ser liberado.

Aunque vuestros pecados fueran como la grana, podéis ser blancos como la nieve.

Obedecer

¿Alguna vez te has preguntado si tu pecado o tu pasado te descalifican para el Reino de Dios? Comparte algunas de las historias en la Biblia acerca de los hombres y mujeres con fallos que Dios usó para Su gloria. Haz una oración de rendición y obediencia, pidiéndole a Dios que muestre su misericordia y fidelidad a través de tu vida.

¿Hay alguien en tu vida que necesita escuchar el Evangelio, pero nunca lo has compartido con ellos por alguna razón? Ora por la oportunidad de compartir con ellos esta semana.

¿Cuál es tu historia de la fidelidad de Dios? Practique compartir una versión de 3 minutos de tu testimonio con otro creyente esta semana. ¡Está atento a las oportunidades para compartir con otros!