Cuando No EntendemosMuestra

Aunque no entendamos

Cuando Job le expresó a Dios sus interrogantes, su confusión ante la prueba que estaba viviendo, recibió una interesante, profunda y extensa respuesta de Dios. En una expresión de pueblo podemos decir que Dios puso la bola en su cancha e invirtió los papeles. “Yo te preguntaré, y tú me contestarás" (Job 38:3).

Entonces Dios comienza con una pregunta que se remonta al pasado eterno, colocando a Job en una posición muy difícil para contestar. “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia" (Job 38:4). Desde esa pregunta inicial queda establecido que Dios tiene sus razones eternas y poderosas para hacer lo que hace y que ninguno de nosotros debemos cuestionar el cómo, el porqué y el cuándo hace las cosas que hace o no hace.

En Isaías 45:9 encontramos una expresión de Dios que deja clara la necedad de tratar de cuestionar a Dios por sus actos: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?".

Y es que nosotros, cuando no entendemos, cuando en nuestra humanidad nos encontramos confusos y no hayamos explicación alguna de lo que nos sucede, sea a nivel personal, o a otras personas o pueblos, nuestra primera reacción es querer entender. Cuando tenemos consciencia de que Dios sabe todo, entonces quisiéramos que Él nos dejara saber.

Algunos acuden a Dios con temor y reverencia, con la cabeza baja tratando de entender, pero otros se vuelven jueces de Dios y con soberbia le cuestionan y como dice Dios: “pleitean con su Hacedor".

¿Qué hacer entonces, cuando no entendemos, cuando nos encontramos en ese escenario en el que nos sabemos el porqué pasan las cosas que pasan? La Palabra de Dios nos enseña que “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". Por tanto, reconocer que hay una gran distancia entre nuestros pensamientos y los de Dios, nos ayuda a descansar en la certeza de que Él sabe todo lo que es necesario saber aunque nosotros ni lo sepamos ni lo comprendamos.

Cuando creemos en la verdad de que Dios es infinitamente sabio, de que Él está en control y de que “todo obra para bien de los que le amamos”, entonces descansamos en que “Él sabe. En una ocasión, cuando Jesús quiso lavarle los pies a Pedro y este se opuso a que lo hiciera, entonces el Señor le dijo unas palabras que nos han dado alivio a todos los que, en alguna u otra manera, no hemos comprendido las cosas que nos pasan. “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Jn. 13:7).