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¿Alguna vez has tenido tanta hambre que te has puesto de mal humor? Como esa rabia que solo se satisface devorando todo lo que hay en tu refrigerador. No estamos satisfechos hasta que nuestro apetito está cubierto. Al igual que nuestras necesidades físicas de comida y agua, también tenemos un apetito emocional y necesidades emocionales que queremos satisfacer. Ansiamos cosas como la aceptación, la importancia, la valía y el amor. Y cuando deseamos esas cosas, tendemos a correr hacia cualquier cosa con tal de satisfacerlas. Pero Jesús dice que cuando acudimos a Él, puede proporcionarnos todo lo que nuestra alma necesita. Jesús, Dios en un cuerpo humano, es quien puede proporcionarnos todo lo que anhelamos en el centro de lo que somos: propósito, amor, significado y mucho más.

Hoy, trata de identificar qué necesidades en tu vida estás tratando de satisfacer lejos de Jesús. Piensa a dónde acudes en busca de satisfacción y por qué. Y luego, ve a Jesús. Da un paso para comenzar a ir a Jesús con esas necesidades. Aunque la vida no será automáticamente fácil, Jesús promete darte vida y vida en abundancia (Juan 10:10).