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¿Alguien te ha dicho lo que tienes que hacer y de repente sientes una profunda frustración, enfado e incluso ira? Es bastante habitual, ya que a la mayoría de la gente no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, sobre todo si no se hace de forma educada. ¿Por qué ocurre esto? Porque en nuestra mente pensamos que sabemos lo que es mejor y no queremos sentir que alguien nos manda. La realidad es que no siempre sabemos qué es lo mejor. Ninguno de nosotros lo sabe. Simplemente no sabemos lo que no sabemos. Por eso es tan importante que nos abramos a las opiniones, la sabiduría y los consejos de los demás, de personas que pueden saber más o mejor que nosotros en ese momento. Cuanto más invitemos a los demás a decir la verdad en nuestras vidas, menos nos arrepentiremos.

Así que, en lugar de ponernos a la defensiva y resistir los consejos de nuestros padres, profesores, entrenadores, amigos o incluso de la Biblia, búscalos. Acéptalos y aplícalos en tu vida.

Hoy, pregúntale a un adulto afectuoso qué consejo te daría a ti (o a sí mismo cuando tenía tu edad).