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¿Bailamos en El Primer Amor?Muestra

¿Bailamos en El Primer Amor?

DÍA 4 DE 5

Romance sagrado

En medio de la soltería, como mujeres, anhelamos, soñamos y nos hacemos la historia de un gran romance, uno como el de las películas, aunque en el fondo sabemos que en la vida real es poco probable que ocurra tal cual lo muestran allí. Sin embargo, en el afán de encontrar dicho romance, dejamos a un lado a Dios, olvidándonos de nuestro valor, corriendo tras corazones no correspondidos, buscando respuestas o soluciones en lugares y personas equivocadas, a tal punto que nos llenamos de ansiedad, nos frustramos y nos perdemos el hoy, el momento, la belleza de lo simple y de lo genial de estar solteras.

Es obvio que tenemos el anhelo de ser correspondidas, pero esto viene, más que nada, del corazón de Dios, porque el sueño más grande de Dios es que, tanto vos como yo, experimentemos un romance con Él, que tengamos intimidad y lo conozcamos a profundidad. No podemos pretender amar y darlo todo por otra persona sin antes amar y conocer a Dios, como también a nosotras mismas. El romance nunca tuvo su origen en el hombre, sino en Dios.

Asimismo, desde muy temprano, la vida misma nos muestra que debemos ignorar nuestro corazón y sus anhelos, sin importar cómo lo describamos o cuánto anhelemos llenar ese vacío. Por ello, la intimidad con Dios no es solo una prioridad, sino también nuestra primera necesidad. Una persona dijo: “Nuestro corazón es una fábrica constante de ídolos”, y muchas veces buscamos llenar ese vacío en nuestro interior con personas, cosas, lugares o el activismo, pero eso no nos da plenitud sino que solo nos mantiene ocupadas o, mejor, preocupadas.

La soltería es una de las temporadas más lindas, si la vivimos como la deberíamos vivir, porque justamente es el tiempo cuando crecemos como personas, ya sea en lo espiritual o emocional, en el cual encontramos lo que verdaderamente nos apasiona, descubrimos qué queremos y qué no en una relación futura, nos conocemos a nosotras mismas, vemos hasta qué punto estamos dispuestas a darlo todo y liberamos nuestro corazón para poder expresarnos. Pero, más que todo eso, es el tiempo perfecto para empezar un romance sagrado con Dios, porque créeme que no hay mejor compañía, abrazo, lágrima, consejo, risa o consuelo que los de Dios mismo.

El romance es hermoso, pero con el pasar de los años nuestras creencias y compromisos nos llevan a vivir una vida monótona y nuestro corazón pierde la pasión, la alegría y el sentido real del romance. Solo un Dios romántico mandaría a su profeta a casarse con una prostituta, tener hijos con ella y buscarla las veces que fueran necesarias, porque el amor que conocemos de Dios como ágape es un amor incondicional, sin fronteras ni barreras, es un amor puro que revela a un Dios absolutamente romántico para con sus hijas.

Fuimos creadas con un vacío en nuestro interior que solo lo puede llenar Él. Así como la mujer samaritana, durante nuestras vidas buscamos llenarlo, pero no siempre con la presencia de Dios. Solo el Espíritu Santo puede saciar ese vacío y hacer que desde lo profundo de nuestro corazón brote un manantial que da vida. Solo en Jesús encontramos plenitud y gozo para esta temporada conocida como: la sala de espera de Dios.

Así también, Dios nunca dejó de lado a las solteras. A pesar de que en el camino perdamos el primer amor, Él no lo hace, sino que nos invita a entregarnos completamente a Él y a caminar una aventura inigualable agarradas de su mano.

Reflexiona

  • ¿Cuál es el estado de tu corazón hoy?
  • ¿De qué estás llenando tu corazón que te impide creer en el romance de Dios?
  • Escribe una carta, expresándole a Dios tu amor, tu entrega, tus mayores miedos, así como también tus sueños.
Día 3Día 5

Acerca de este Plan

¿Bailamos en El Primer Amor?

Independientemente de la edad que tengamos, siempre optamos por ver la soltería con ojos negativos, olvidándonos de su valor y propósito. A través de este plan, mi deseo es que aprendamos a ver la soltería como un regalo de Dios con el cual podemos crecer espiritual, emocional y físicamente.

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