Abuso espiritual, el infiltrado, sé libreMuestra

La omisión también es pecado

El tercer propósito de este Plan es que, como hijos de Dios, independientemente del rol que ocupemos dentro del cuerpo de Cristo, podamos reconocer si en algún momento hemos ejercido consciente e inconscientemente el pecado del abuso espiritual, y vayamos al arrepentimiento a través de la gracia que encontramos al confesar nuestros pecados ante nuestro Padre, teniendo la certeza de que gracias a Jesús, Él jamás rechazará nuestro corazón contrito y humillado.

Cuando el abuso espiritual se infiltra, en especial en una congregación, puede suceder que quienes admiran de manera desmedida o quienes apoyan con una lealtad ciega a los agresores, pueden terminar siendo cómplices del abuso (una lealtad incorrecta e injusta, porque apoya lo malo ante Dios). En pocas palabras, terminan convirtiéndose también en abusadores al tolerar, ser negligentes o indiferentes ante el abuso que se ejerce hacia alguien.

Sin pensarlo, podemos convertirnos en cómplices del abuso espiritual cuando lo permitimos o somos indiferentes ante el dolor y el daño que se le pueda estar ocasionando a otro hermano, cuando participamos a través de las burlas, reforzando los comentarios, señalamientos y humillaciones que se realizan en contra de alguien; igualmente, cuando participamos del rechazo y del aislamiento que se prolifera por medio de las campañas de difamación lideradas la mayoría de las veces por el agresor y en las que lamentablemente caen muchos hermanos. "La triste realidad es que, a veces, hay más temor por desagradar al hombre que a Dios".

La omisión también es pecado; si en algún momento hemos participado del pecado del abuso espiritual que alguien ejerce en contra de otro hermano; sea de la forma en que sea, sea por acción o por omisión, debemos clamar por el perdón de nuestro Padre y también por el perdón de nuestros hermanos. Nuestro Padre nos quiere unidos en un mismo sentir, en el fluir de Su Espíritu que produce la unidad en el amor que Jesús nos ha demostrado. No nos hagamos partícipes de las obras infructuosas de nuestra carne ni de la carne de otros; Jesús nos dio libertad para amarnos conforme lo ha hecho con nosotros. Él es el Amor que debemos manifestarnos mutuamente.

Oración: Padre Eterno, nos has llamado a la libertad por medio de Tu Hijo Jesucristo, y nos has establecido en el amor que, por medio de Él, nos manifestaste en el madero. Ten misericordia de Tu pueblo, ten piedad de Tus hijos. Abre sus ojos frente a la realidad del abuso espiritual. Dale fuerza al cansado. Cimenta, en Tu verdad, al que se sienta confundido. Abraza, con tu poder, a quien necesite ser levantado, y abre los ojos del ciego para que pueda ver a Jesús revelado en su vida, aún en medio de cualquier situación.

Toca y contrista, a través de tu Espíritu, a los pastores que has llamado para apacentar a Tus ovejas, y que sin reconocerlo, ejercen el pecado del abuso espiritual sobre Tus hijos. Abre sus ojos y dales libertad, dales sabiduría y aumenta en ellos la capacidad de amar a los demás, como Tú nos amas. Que sigan impartiendo de Tu Palabra, no solo a través de su boca, sino también a través de su comportamiento y ejemplo; en amor, en Cristo Jesús, en espíritu y en verdad.

Libera a Tus hijos de aquellos falsos pastores y falsos maestros que los tienen cautivos, que buscan como lo dice tu Palabra, lucrarse en su maldad a través de la supuesta fe que dicen profesar, buscando no solo explotar y aprovecharse de las personas, sino arrastrarlas hacia un camino de engaño y destrucción. Abre los ojos de Tu pueblo y permíteles verte en la verdad revelada de Tu Palabra, en Cristo Jesús, para que no se dejen llevar por lo torcido y contrario a Tu voluntad. Así sea.