Abuso espiritual, el infiltrado, sé libreMuestra

¿Qué es el abuso espiritual?

A las cosas hay que llamarlas por su nombre. El abuso espiritual es pecado manifestado en todo acto de manipulación, control y maltrato ejercido por una persona que asume consciente e inconscientemente el derecho de ejercer el abuso, utilizando como base, argumento o medio; sea por equivocación o por conveniencia, la Palabra de Dios, el celo por la fe que dice profesar, el ministerio que lidera o los dones que posee o cree tener.

Quien ejerce el abuso espiritual, busca someter a otras personas a través del temor, el maltrato y la manipulación para obtener de su parte lo que quiere. Además, puede tener distintos intereses a partir del abuso espiritual, entre ellos: obtener dinero, bienes o posiciones económicas, satisfacer la necesidad de poder y control, alimentar su egolatría a partir del reconocimiento y la adulación, y garantizar una posición de endiosamiento a través del sometimiento de aquellos a quienes logra manipular. En términos generales, el principal propósito del abuso espiritual es satisfacer en alguien su carne, los deseos pecaminosos producto de su orgullo.

El abuso espiritual se puede manifestar a través del maltrato físico, emocional, verbal, psicólogico, económico o sexual; todo esto, sustentado en la tergiversación de la Palabra y en enseñanzas engañosas contrarias al fruto que produce el Espíritu de Dios, contrarias al carácter de Jesús.

¿Quién ejerce el abuso espiritual?

Cualquier persona que ostente o crea tener autoridad, liderazgo o una posición de dominancia sobre otro, y que se valga de la fe que profesa como la errada justificación para ejercer el abuso espiritual. Puede hacerlo de manera consciente e inconsciente, creyendo erróneamente que lo que está haciendo está justificado por el deseo de actuar conforme a la voluntad de Dios.

El abuso espiritual es un pecado que se suele infiltrar en el pastoreado o liderazgo de una congregación; sin embargo, también puede estar entre los mismos hermanos e incluso en la familia. En general, en toda relación donde existe una persona que controla y manipula a otros con el objetivo de sacar provecho para satisfacer los deseos de su carne, a costa del mal uso que le da a la Palabra de Dios, a la fe que dice profesar, al liderazgo ministerial que ejerce o los dones que posee o cree tener; provocando daño y maltrato, a veces incluso al punto de causar graves consecuencias en las víctimas.