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Buscando la justicia de Dios

Buscar la justicia de Dios implica vivir de acuerdo con Sus mandamientos y principios, y reflejar Su carácter en nuestras vidas. Mateo 6:33 nos insta a buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia, reconociendo que la justicia de Dios debe ser nuestra máxima prioridad. Esto implica honrar a Dios en todas nuestras decisiones y acciones, y vivir de acuerdo con Sus estándares y valores.

La justicia de Dios no solo se refiere a tratar a los demás con equidad y tratarlos con justicia, sino también a defender a los oprimidos, luchar contra la injusticia y ser una voz para aquellos que no pueden hablar por sí mismos. Está arraigada en el amor y la compasión, y se manifiesta en nuestra relación con los demás.

Proverbios 21:3 nos enseña que hacer justicia y juicio es más agradable a Dios que cualquier sacrificio. Esto significa que nuestras acciones justas y nuestro compromiso con la justicia son de gran valor ante los ojos de Dios. Buscar la justicia de Dios implica tomar decisiones éticas, vivir de manera íntegra y promover la igualdad y el bienestar de todos.

Al buscar la justicia de Dios, también debemos examinar nuestros propios corazones y confrontar cualquier injusticia o prejuicio en nosotros mismos. Esto implica reconocer nuestras propias debilidades y errores, y estar dispuestos a corregirlos a través del arrepentimiento y la transformación en Cristo.

Buscar la justicia de Dios no siempre es fácil, ya que puede requerir sacrificio personal y enfrentar desafíos. Sin embargo, debemos recordar que nuestra recompensa no proviene de la aprobación de los hombres, sino de la satisfacción de vivir en línea con los propósitos de Dios y de agradarle.

En resumen, el sexto día de este plan nos anima a buscar la justicia de Dios en todas nuestras acciones y relaciones. Esto implica vivir de acuerdo con los principios y valores de Dios, tratar a los demás con equidad y luchar contra la injusticia. Al buscar la justicia de Dios, demostramos nuestro amor y devoción a Él, y nos convertimos en agentes de cambio en un mundo que necesita desesperadamente la justicia y el amor de Dios.