Claves para un gozo sinceroMuestra

¿Quién es candidato para regocijarse?

El gozo proviene de las personas que están fuertemente arraigadas en Dios y su obra en sus corazones. Pero, ¿para quién es este regocijo? En el libro de los Salmos, encontramos que a todos los fieles y justos se les pide que se regocijen en el Señor, que celebren la grandeza de Dios.

Muchos de nosotros podríamos leer esto y pensar que suena inalcanzable. Nos preguntamos cuán pocas personas podrán acceder al gozo que Dios ofrece. Pero, en realidad, los justos y los fieles son aquellos que han conocido a Cristo y han puesto su confianza en él. Son personas que continúan caminando con él, en cuyas vidas él ha hecho una diferencia y que le permiten usar esas vidas en su propósito.

Los hijos de Dios deben celebrar la grandeza de Dios todo el tiempo, no solo cuando las cosas van bien. Cuando celebramos únicamente cuando las cosas van bien, somos felices por lo que está sucediendo, entonces la felicidad es temporal. Pero cuando celebramos la grandeza de Dios todo el tiempo, independientemente de lo que esté sucediendo, estamos hablando de gozo. El verdadero regocijo comienza cuando aceptamos la obra de Jesucristo en nuestra vida y continuamente somos conscientes de ello. Entonces, nos convertimos en fieles, no por nuestras acciones, sino por su obra en la cruz con la cual él perdonó nuestros pecados. Cristo nos ha hecho nuevas criaturas capaces de alabar a Dios porque ha habido un cambio en nuestra naturaleza. Somos justos por su obra, no por nuestros méritos. Con esa justicia, tenemos acceso a la posición de la que se habla en el Salmo 33:1, y experimentamos el gozo sincero que fluye de Dios.

Esta alegría no tiene nada que ver con nuestro estado de ánimo, capacidad intelectual, educación, tipo de personalidad, temperamento o nuestra condición en esta tierra; tiene todo que ver con ser consciente de quién es él y de su naturaleza de amor. Por lo tanto, todos los que han aceptado a Jesucristo como su Salvador pueden experimentar un gozo que va más allá de nuestras circunstancias, se basa en nuestra fe y expresa la grandeza de Dios a toda la tierra. Así, los extrovertidos se regocijan en el Señor, los tímidos se regocijan en el Señor, los cultos se regocijan en el Señor, los simples se regocijan en el Señor, los ricos se regocijan en el Señor y los pobres se regocijan en el Señor.

Señor, reconozco que Jesucristo murió en la cruz para el perdón de mis pecados, así que te pido que me perdones. Me arrepiento de todas las formas en que pude haberte ofendido y que pude haber pecado. Dame tu justicia y hazme santo y fiel para que pueda vivir cada día en el gozo que prometes a los que te aman.