Las Palabras De La CruzMuestra

La palabra de cumplimiento. «Tengo sed» (Juan 19:28).

Meditación.

El Apóstol Juan escribió: “...para que se cumpliese la escritura...”, pero es evidente que Jesús no dijo las palabras “Tengo sed”, únicamente para cumplir con la escritura. Verdaderamente se estaba muriendo de sed.

Esas palabras nos dejaron ver su humanidad al desnudo; desvelado, golpeado, débil, cansado, probablemente ardiendo en fiebre por la exposición de las heridas y con escalofríos por la pérdida de sangre. Se estaba deshidratando, desde la noche anterior fue sometido a interrogatorios, juicios y tortura.

Todo eso, porque su principal propósito en esta tierra fue cumplir con la voluntad de Dios expresada en las Escrituras. Una vida de completa rendición, como lo decía en su plegaria en el huerto de Getsemaní. “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt. 26:39). Su misma encarnación es descrita por los teólogos como el estado de humillación del Hijo; porque siendo Dios, se vació de sí mismo, haciéndose igual que nosotros, frágiles criaturas humanas.

Él invitó a otros a venir y tomar del agua que Él ofrecía, agua que sacia la sed, en sus propias palabras “...el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás...” (Juan 4:14 LBLA), pero en esa cruz, nadie se atrevió a darle algo de beber. Nuestro Señor Jesucristo se entregó, como dice el Apóstol Pablo, “siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos” (2a Corintios 8:9 RVC). Lo entregó todo, para llenarnos; lo sufrió todo, para sanarnos; se negó a todo, con el fin de saciarnos.

Oración. Señor, yo también quiero hacer tu voluntad y te pido la gracia para no negarme a nada de lo que tú me estás pidiendo, con tal de ser de bendición a tu iglesia y a los que me rodean. En Cristo Jesús, amén.

Pensamientos.

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