JordánMuestra

Pasaje Central: 19:30

“Jesús bebió el vino agrio, y dijo:

—Todo está cumplido.

Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu".

Este pasaje pareciera trágico si no conociéramos el final de la historia y de cómo Jesús resucitó. Sin embargo, aún conociendo el final, al leer la pasión de Cristo, nos seguimos conmoviendo por el sacrificio de Jesús.

Dicho sacrificio no fue en vano. Cada gota de sangre derramada, produjo un impacto de sanidad, liberación y salvación; las cuales fueron poderosas para los discípulos pero siguen resonando con poder aún en la actualidad para todo aquel el que crea.

“Por sus llagas fuimos curados” dijo el profeta Isaías (Is. 53:5). “Él llevó cautiva la cautividad” dijo Pablo (Efesios 4:8). Hay docenas de versículos en la Biblia que nos permiten comprobar el poder que se desprendió para con la humanidad a través de la cruz. ¡Ya no hay nada que vencer ni que probar! Todo fue consumado (Juan 19:30).

Si algo es cierto es que la sangre de Cristo tiene TODO el poder, sin embargo, muchas veces los creyentes no se apropian de la victoria completa. Solo buscan el poder de salvación o el poder de liberación, etc… Jesús no murió para que recibiéramos una victoria a medias. Él murió de una muerte trágica y dolorosa para que tú y yo vencieramos totalmente.

Si Él hubiera querido que Su sangre solo tuviera el poder de sanidad, le hubiera pedido al Padre solo ser latigado. Si Él hubiera querido que recibiéramos salvación pero que nuestra condición no cambiara de pobreza, Su sacrificio hubiera sido una amputación de pierna. ¡Pero Su deseo fue radical!

Su deseo fue que todo lo que el enemigo había hecho desde el inicio de los tiempos fuera destruido y lo logró. ¡Consumado fue!

Ahora es nuestra tarea apropiarnos de todos los beneficios que trajo consigo la muerte y resurrección. ¿De cuál beneficio aún no gozas? ¿Qué es en lo que aún no se ve reflejado el poder de la Cruz en tu vida?