BENDECIDOSMuestra

Bendecidos para dar.

Este es el meollo de todo el asunto: somos bendecidos por Dios no solo para ser prósperos y satisfacer nuestras necesidades, sino para que también nuestras bendiciones lleguen a los demás.

Y es que comúnmente nos preguntamos cuál es el propósito de Dios para nuestra vida. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cuál es el propósito o los planes de Dios para tu dinero?

“Pero si ese dinero es mío”, “yo me gané ese dinero con el sudor de mi frente, yo tengo a derecho a disfrutarlo como solo yo quiera o lo decida”… Seguramente son pensamientos que se han atravesado por tu cabeza en más de alguna ocasión.

Sin embargo, aunque Dios, en Su infinita misericordia, nos ha dado ingresos para que podamos satisfacer nuestras necesidades y deseos, Su máximo plan es que ese mismo dinero sea ocupado para llevar a cabo Sus planes. Por eso el tema del diezmo se convierte en el soporte fundamental de la prosperidad que recibimos del Señor.

El diezmo es el estándar de Dios para darnos. Es regresarle al Señor lo que le pertenece y apenas una pequeña parte de todo lo que hemos recibido de Él. Una prueba de fe y de nuestra obediencia como mayordomos de Su creación y Su providencia.

Dar es el punto clave de todo esto: empezamos dando al mayor dador de todos, quien nos ha dado primero a nosotros y aún más de lo que merecemos. Damos a la obra de Dios para que el trabajo constante de la Iglesia de Cristo continúe, y para que muchas más personas sean bendecidas con la bendición que nosotros hemos recibido.

En una época en la que muchos estudios indican que las personas se resisten más a compartir de sus riquezas, incluso los cristianos, acatemos el desafío que hemos recibido de Dios. Comprometámonos con el propósito que trae Su prosperidad en nosotros y, como dice Su Palabra en 2 Corintios 9:8, no olvidemos que poderoso es Dios para que abunde en nosotros toda gracia a fin de que siempre tengamos lo suficiente en todas las cosas.

No permitas que la generosa prosperidad del Señor en tu vida se quede solo contigo, ¡compártela con otros, y descubre el gozo de tener un ciclo interminable de bendiciones!

Y para empezar: te invito a cerrar el devocional de hoy, comprometiéndote formalmente con el Señor sobre cuánto de tus finanzas y recursos le darás a Él en los próximos días. Nada fácil, ¿verdad? Pero, ¡vamos, eres inmensamente bendecido y lo seguirás siendo en el nombre de Jesús!