BENDECIDOSMuestra

Los principios básicos.

Como todo en la vida, el uso del dinero también tiene sus reglas. Espiritualmente, hay dos principios básicos que debemos tener claros para poder vivir correctamente la prosperidad que viene de Dios. El primero de ellos es asimilar el tipo de prosperidad que el Padre quiere para nosotros, y el segundo es distinguir esa prosperidad de aquella que simplemente nos ofrece este mundo.

Asimilar la dimensión de la prosperidad de Dios es tener claro el mensaje que el Apóstol Juan le quiso transmitir a un creyente llamado Gayo, cuyo relato encontramos en 3 Juan 1:2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas…”.

Juan no estaba usando el término “prosperado” limitándose al dinero, sino que esperaba que Gayo tuviera éxito en todo lo que se propusiera, tanto en su servicio a Dios, como también en todas las demás áreas de su vida. Es decir, la prosperidad de Dios es integral, completa, abundante y placentera en todas las áreas de nuestra vida, tanto espiritual como materialmente.

Entender este primer principio nos lleva a comprender más fácilmente el segundo de ellos: la prosperidad que este mundo nos ofrece claramente no se compara con la prosperidad que viene de Dios.

La prosperidad de este mundo depende exclusivamente de tu nivel de poder adquisitivo, de cuánto dinero tengas en tu cuenta bancaria, cuántos bienes has podido adquirir o cuántos lujos te das diariamente y, aunque siendo creyente puedes tener cualquiera de estas bendiciones, lo que es importante es cuánto amor, obsesión y ambición hay en tu corazón por obtener cada uno de estos aspectos.

El dinero no puede ocupar la misma posición que Dios en nuestra vida, no debería estar ocupando el centro de nuestras acciones, usurpando el lugar que solo debería pertenecerle exclusivamente a Dios en nuestro corazón y pensamientos, porque todo ello nos desenfoca de manejar correctamente nuestra prosperidad en el Señor.

Hazte una pregunta simple, pero sincera: ¿Te sientes realmente lleno con todo lo que materialmente tienes hasta ahora? ¿Si lo perdieras todo de un momento a otro, te seguirías sintiendo igual? Recapacita en quién está fundamentada tu prosperidad.