El Evangelio según PabloMuestra

¿Cómo deberían los cristianos estar proclamando al mundo las buenas noticias?

En la predicación de Cristo y de los apóstoles, el Evangelio fue siempre puntualizado por la demanda de una fe con arrepentimiento. No se trata de un simple citatorio al buen comportamiento. No es una liturgia de ceremonia religiosa y sacramentos. No es una petición de autoestima y dignidad humana. No es un manifiesto para guerreros de la cultura ni un grito para los fanáticos políticos.

No es un mandato para el dominio terrestre. No es una sofisticada moral filosófica buscando ganar admiración y aprobación de la élite intelectual del mundo, ni una lección sobre la maldad de la división cultural y racial. No es una apelación por "justicia social". No es una disertación sobre problemas de género ni una fórmula para la "cultura de redención". Todo esto son desviaciones o distracciones del verdadero Evangelio proclamado por Pablo.

La cruz de Jesucristo es la suma y el centro del Evangelio según Pablo: "Predicamos a Cristo crucificado. Jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la Cruz de nuestro Señor Jesucristo". En la teología Paulina, la cruz es un símbolo de expiación. "Cristo crucificado" es un mensaje de redención para pecadores.

¿Cuán vital es esta verdad, y cuán crucial es que el mensajero se centre en el punto? Hacer que el Evangelio sea sobre algo más sería apartarse de la cristiandad biblica. No hay ambigüedad en la enseñanza de Pablo. Es la clara definición de lo que significó al decir "mi Evangelio". Muy simple, el Evangelio son las Buenos Noticias para la humanidad caída; conciernen a la forma en que el pecado es expiado, los pecadores son perdonados, y los creyentes son hechos justos ante Dios. Y la misión de la iglesia no es ganar la admiración del mundo.

Muchos de los más reconocidos estrategas evangélicos y los practicantes destacados de la metodología "misional" no parecen captar este simple punto. Constantemente animan a los jóvenes evangélicos a "Involucrarse con la cultura" y a ceder a las reglas de lo políticamente correcto. Cuando traducen este consejo a planes de acción concretos, significa ir de acuerdo con lo que está de moda, como si estar en la onda sería la clave para un ministerio efectivo.

No encontrarás nada de esto en las exhortaciones de Pablo hacia los jóvenes ministros. Al contrario, Pablo reconoce con franqueza que el Evangelio es "motivo de tropiezo para los judíos, y locura para los gentiles".