El Evangelio según PabloMuestra

¿Cómo podemos estar bien con Dios?

Sin importar el Evangelio que consultemos, surge la misma pregunta. Es imposible entender completamente el Evangelio sin considerar primero el dilema de la naturaleza humana caída y sin reconocer las aparentemente infranqueables barreras que el pecado pone entre Dios y el pecador.

Si somos culpables ante Dios, sin excusas por nuestro pecado, ¿cómo podría alguien estar de pie en el juicio? Si las obras de rectitud no pueden expiar nuestras malas acciones, ¿cómo podría el pecador ser salvado de la culpa y de la esclavitud del pecado? Si Dios demanda total perfección y nosotros ya somos irreparablemente imperfectos, ¿cuál es la esperanza que tenemos? Él dice que Él no "justificará al impío"; ¿significa eso que nuestra sentencia ya está sellada? ¿Cómo puede un Dios justo justificar al impío?

Las respuestas válidas para estas preguntas van contra la corriente principal de la opinión popular. Todo sistema de creencias inventado por la mente humana responde erróneamente a esas cruciales preguntas. De una u otra manera, todas las religiones de este mundo (y las mayores ideologías políticas y teorías sociales al respecto), enseñan que la gente tiene que lograr rectitud por sí mismos a través de algún sistema meritorio.

Los medios por los cuales buscan hacerlo son tan diversos como las deidades del panteón mundial. Algunos ponen énfasis en ritos y rituales, otros hacen hincapié en la abnegación y el ascetismo; en la cultura occidental posmoderna, la gente inventa una deidad imaginaria para la cual el pecado no tiene un gran significado, suponiendo que sus "buenas" obras serán tomadas en cuenta en el juicio y sus pecados serán ignorados. En el extremo opuesto existe un gran número defendiendo la jihad y otras expresiones de extravagante fanatismo.

Una de las enseñanzas más cristalinas de la Biblia es que nadie gana el favor de Dios por esfuerzo propio, mucho menos los que se auto identifican como justos. Los verdaderos creyentes están unidos con Cristo "a través de la fe", por lo tanto, ellos también estan "en Cristo". Dios los acepta y los bendice sobre esa base. Así es como Él "justifica al impío".

Aquel que dio la ley que nos condena también provee la justicia necesaria para salvarnos. Ese es el único mérito que necesitamos para tener una posición correcta ante Dios.