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La bondad de Dios

Por Thomas Miller

Tu amor inagotable es mejor que la vida misma; ¡cuánto te alabo! (Salmo 63:3 NTV).

Luché por «conseguirlo». Era tan difícil a mí entender. Sabía que era verdad, pero era difícil para mí sentir que era verdad.

Me explico, durante varios años de mi vida, desde mi adolescencia hasta los 20, simplemente no viví para Dios. Aunque crecí en la iglesia, había elegido alejarme de lo que sabía era correcto. Mis palabras, mis acciones, mis pensamientos, mi vida, estaban enfocados en mí. Las fiestas, la promiscuidad y la simulación eran parte de la vida cotidiana.

Pero entonces Dios en Su poder y providencia cambió mi vida. Se metió en el desorden de mi vida y me colmó de Su bondad. Me arrepentí de mis pecados, comencé a seguirlo de todo corazón y, por primera vez en mi vida, tuve una relación íntima y personal con Jesucristo. ¡Él me ama!

Sin embargo, luché por comprenderlo y recibirlo por completo. Dios fue continuamente amable conmigo, pero yo no lo merecía. Fue difícil para mí mirar la vida que había estado viviendo y sentir que podía recibir Su bondad. Sentí que estaba tomando algo que no me pertenecía por derecho y que no merecía. Estaba avergonzado por mis decisiones pasadas. ¿Cómo podía Dios seguir siendo tan bondadoso conmigo cuando yo había sido tan apático con Él durante tantos años?

Sin embargo, a medida que continuaba siguiéndolo, Dios me mostró una y otra vez que esta vida que vivo se trata verdaderamente de la relación de amor que tengo con Él, la relación de amor que comienza con Él. Yo soy quien Él dice que soy. No estoy definido por mi pasado; me define Su amor por mí. ¡Qué Padre tan bondadoso es Él!

Incluso hasta el día de hoy, si miro mis errores diarios, mis equivocaciones o mis pasos en falso, es fácil sentirme desconcertado por la bondad de Dios. ¿Por qué seguiría siendo tan amable conmigo? Bueno, la verdad es que Su bondad es cero por ciento basada en mis fallas y 100 por ciento basada en Su amor por mí. Y eso es cierto para ti también. Su bondad hacia ti fluye completamente de Su carácter, no de tus defectos, faltas o fracasos. Él es bondadoso debido a quién es Él. Su bondad es mayor que, más grande que, y más allá de nuestro entendimiento. es algo misterioso. ¡Pero es real! Puede que no lo «captemos», pero lo conseguimos. En otras palabras, es posible que no lo entendamos completamente, pero somos receptores diarios de él. Y fluye de Él en cada estación y cada segundo, a través de los altibajos, los éxitos y los fracasos. Momento a momento, puedes contar con la bondad de Dios.

En el Salmo 63:3, David exclama a Dios que Su misericordia es mejor que la vida misma. ¿Cómo podría haber algo mejor que el precioso regalo de la vida? Después de todo, si no tenemos vida, ¿qué tenemos? Pero déjame preguntarte esto: ¿Qué es la vida sin la bondad de Dios? David sabía que esta vida tiene verdadero gozo, significado y realización solo en la bondad de Dios hacia nosotros.

Entonces, la siguiente pregunta es esta: ya que hemos recibido tantas bondades de Dios, ¿cómo debemos tratar a las personas que nos rodean? Definitivamente habrá momentos en que otros hagan cosas que nos molesten, nos lastimen o nos ofendan. Sus palabras y acciones pueden incluso ser malintencionadas. Entonces, ¿cómo debemos responder? En esos casos, la respuesta típica (y comprensible) es evitar, ignorar de forma pasiva-agresiva, devolver el golpe o tomar represalias. Esas son todas respuestas naturales. Pero como seguidores de Jesús, tenemos Su Espíritu morando en nosotros y estamos llamados a responder sobrenaturalmente, mostrando bondad.

Podrías estar pensando, Espera, ¿esto realmente se aplica a todos? ¿A mi familia, mis amigos y aquellos con los que trabajo? ¿Qué pasa con esas personas con las que me encuentro casualmente a lo largo del día? ¿Se supone que debo mostrar bondad a todas las personas con las que entre en contacto? La respuesta es en realidad sí. Descubrí que cuando muestras la bondad de Dios a lo largo de tu vida diaria, es como hacer brillar una luz en la oscuridad. Ese cálido resplandor de bondad contrasta con lo que las personas experimentan en otras áreas de sus vidas. Es como un vaso de agua fría para el sediento. La bondad es verdaderamente un regalo. Y brilla la luz y el amor de Dios, incluso si las personas no se dan cuenta de que es Dios lo que están experimentando.

La bondad de Dios fluye directamente de quién es Él. No es algo que Él simplemente muestre por fuera, sino algo que en realidad se siente diferente por dentro: la bondad está totalmente conectada con quién es Él. Y Su bondad puede fluir desde Su corazón directamente hacia ti y luego a través de ti hacia los demás. Puede estar completamente conectada con cómo te sientes por dentro y quién eres como persona. El tipo de bondad de Dios siempre ama de adentro hacia afuera. Es misericordiosa con todos y fluye libremente sin importar cómo actúe la otra persona. Es constante.

La bondad de Dios es un regalo que puedes dar muchas veces durante el día todos los días. A través de tus palabras y acciones, tus pequeños, medianos y grandes actos de bondad pueden mostrar el amor de Dios a tanta gente. Su tipo de bondad es mejor que la vida. ¡Y puedes dársela a todos!

Elige hoy y todos los días dar bondad: la bondad de Dios.

Oración

Padre, Tu bondad para conmigo es mejor que la vida y cualquier otra cosa en esta vida. Te pido que vivas Tu vida a través de mí para que pueda mostrar Tu bondad a todos los que me rodean. En el nombre de Jesús, amén.

Para mayor reflexión

1. Reflexiona sobre los momentos en que Dios te ha mostrado Su asombrosa bondad. ¿Cómo cambió Su bondad tu corazón?
2. Piensa en aquellos que te han ofendido. Pídele a Dios que ablande tu corazón hacia ellos y te muestre maneras de demostrarles bondad.