El hábito de la gratitudMuestra

En el libro de Romanos, Pablo traza dos caminos por los cuales podemos caminar: la gratitud o la ingratitud. Podemos ser personas que damos gracias o que se quejan. No son destinos, más bien son rutas que dirigen nuestros pasos hacia Dios o lejos de Él.

Romanos 1 define a la persona alejada de Dios por su ingratitud, olvido, idolatría (adoración falsa) y desobediencia; mientras que Pablo describe a la persona piadosa por acordarse de Dios, por su gratitud, adoración y obediencia.

Romanos 12 se basa en la rica teología de los capítulos 1–11 y pasa a mostrar cómo debemos vivir a la luz de la gracia salvadora de Dios. Al analizar Romanos 12, vemos que Pablo toma el lenguaje de Romanos 1:18–23 y contraste a los seguidores de Dios (Romanos 12) con aquellos que lo rechazan (Romanos 1). La acción de gracias es lo central en esta comparación. La gratitud lleva a glorificar a Dios y a crecer en misericordia, mientras que la ingratitud produce ignorancia de Dios e idolatría contra Dios.

A lo largo de la Biblia, ignorar a Dios a través de la ingratitud está relacionado con la idolatría, la cual ocurre cuando las personas se alejan de Dios y siguen dioses falsos. No ser agradecido con Dios y olvidarse de Dios es ser insensato; y un necio bíblico siempre sigue a un dios falso.

No dar gracias e ignorar a Dios muestra un corazón sombrío y aprisiona a la persona en una mayor oscuridad. Una vida de ingratitud indica que el conocimiento de Dios es ignorado o negado. Los corazones cargados de quejas, críticas, protestas e ingratitud no están llenos del gozo y agradecimiento en Dios ni en el evangelio. Cuanto más caminamos por el camino de la ingratitud, más nos alejamos de la cercanía de Dios.

Romanos 1 nos muestra al necio que camina en ingratitud y se aleja de Dios. Romanos 12 nos revela cómo los seguidores de Dios eligen la gratitud como una vía de adoración y el camino hacia la obediencia.

En el capítulo 12 Pablo nos dice que ser un sacrificio vivo es un acto de gratitud. Se basa en la ofrenda de acción de gracias o sacrificio, de la vida religiosa y el culto de Israel (Lev. 7:11-16). La ofrenda de acción de gracias del Antiguo Testamento pasa a ser un sacrificio vivo en el Nuevo Testamento. Ya no ofrecemos animales, granos o especias. Nos ofrecemos a nosotros mismos. Nuestra ofrenda no es algo muerto sino algo vivo. No es algo aparte de nosotros; somos nosotros. Expresamos nuestra adoración a través de una vida de acción de gracias, incluyendo la obediencia a Dios y el gozo en Dios.

Hay dos formas de vivir: agradecido o desagradecido. Cualquiera que sea el camino por el que caminemos nos acercará o nos alejará de Dios.

¿Qué tienes de Dios? ¿Qué bendiciones te ha dado Dios? ¿Dónde te ha mostrado su bondad, misericordia, gracia, amor y fidelidad? ¿A través de qué pruebas y luchas te ha llevado? ¿Qué te ha enseñado Dios acerca de quién es Él o quién eres tú en Cristo?