¿Por qué me siento triste?

La mayoría de las personas sienten una profunda tristeza en algún momento después de una crisis. Una vivencia traumática puede generar muchas pérdidas. Siempre que perdemos algo o a alguien, es normal sentirse triste. Ese sentimiento puede durar mucho tiempo. Puede ser útil entender que esto es parte del proceso de duelo.

Necesitamos llorar nuestras pérdidas para recuperarnos de ellas. El duelo es como hacer un largo viaje por varios vecindarios.

• Vecindario de negación e ira: Es posible que estés en estado de shock y te sientas entumecido. Puedes negar que la pérdida ocurrió. Puedes estar enojado con los demás, contigo mismo, con Dios. Es posible que a menudo estés pensando “si solo” hubiera hecho esto o aquello, se hubiera evitado la pérdida. Puedes olvidar el comer. Es posible que llores.
• Vecindario sin esperanza: Es posible que te falte energía, no quieras levantarte de la cama ni cuidar de tí mismo. Puedes sentir que no hay razón para vivir. Es posible que desees terminar con tu vida o matar el dolor con drogas, alcohol o alguna adicción. Puedes sentirte culpable por la pérdida, aunque no pudistes hacer nada para impedirlo.
• Vecindario de nuevos comienzos: Sentirás una nueva vida dentro de ti: energía, planes, esperanzas, deseando volver a estar con los demás. Recuerdas el suceso, pero no sentirás el dolor como antes.

Quizás no desees hacer este viaje ya que requiere de valor y energía, pero es el camino hacia nuevos comienzos.

Estas cosas te ayudarán a pasar el duelo de una manera que te lleve a la sanación:

• Habla sobre lo que sucedió y cómo te sientes. Expresa tu enojo y tristeza.
• Entiende que es natural sentirse mal y que el proceso lleva su tiempo. No siempre te sentirás igual. Tus emociones pueden ser diferentes cada día.
• Cuando te sientas triste, considera qué causa está generando ese sentimiento.
• Si has perdido a un ser querido, organiza un servicio para recordar la vida de la persona.
• Cuando te sientas preparado, lleva tu dolor a Dios. Sé específico acerca de tus pérdidas. Por ejemplo, puedes haber perdido un ser querido, pero también un ingreso, compañía, respeto o seguridad. Presenta estas pérdidas a Dios una por una.

Reflexión

1. ¿Has comenzado el camino del duelo? Si es así, ¿dónde estás?
2. ¿Con quién te sientes seguro para hablar sobre tu dolor?