La Paternidad De DiosMuestra

¿Más como Padre o como Señor?

Debido a una cantidad de aspectos relacionales antes de que fuera alcanzada por la misericordia de Jesús para ser adoptada como hija de Dios, fue para mí complejo entender y al mismo tiempo experimentar la Paternidad de Dios. Quienes nunca tuvieron un vínculo cercano con su padre o tuvieron una figura paterna contraria al diseño de amor, sustento, protección y seguridad según el diseño de Dios, comprenderán mejor lo que quiero decir. Todavía con mayor razón, cuando no ha habido un entendimiento pleno de la Palabra que leíamos en Efesios, cuando habla de la adopción que recibimos a través de Jesucristo.

Puede ser que a otra persona le pase o le haya sucedido algo diferente. Sin embargo, considero importante testimoniarles mi experiencia, de tal forma que pueda explicar mucho mejor el punto al que quiero llegar.

Escrito está, que fuimos destituidos de la gloria de Dios y que por causa del pecado fuimos apartados de Su gloria, de Su presencia, de Su paternidad.

Al momento de experimentar el arrepentimiento, nuestro Padre nos fue revelado para reconocer no sólo Su paternidad, sino también, Su señorío, Su majestuosidad y Su poder, a fin de que rendidos a Sus pies, pudiéramos reconocer ante quién nos presentábamos con un corazón contrito y humillado, reconociendo la necesidad de ser perdonados y salvos a través de Jesucristo para ser reconciliados con Él.

Sin embargo, en mi caso me quedé por un largo tiempo contemplando a mi Padre, más como SEÑOR que como PADRE; es decir, al ser consciente de mi pecaminosidad por el poder del Espíritu con el que fui sellada, me enfoqué principalmente durante mi caminar espiritual, en la necesidad de santificación y servicio, con el propósito de buscar agradar al SEÑOR como gesto de gratitud y retribución, por decirlo de alguna forma; por el amor que me fue manifestado por Jesús, al ser perdonada y libre de condenación. Sin embargo, sin pensarlo, en el inicio de mi vida cristiana y por largo tiempo, fueron muy pocas las experiencias en las que fui consciente de Su paternidad y de la restitución que como hija había recibido también a través de la salvación. Conocí a Dios, por mucho tiempo, más como SEÑOR que como PADRE; y de esta misma forma, lo experimenté.

Con el paso del tiempo, fui comprendiendo que Él quiere que que vivamos en intimidad familiar para que no sólo le amemos y sirvamos con fervor como Dios, Señor y Creador nuestro; sino también, que sintamos Su amor paternal y de esta forma lo disfrutemos.