Respaldados Por DiosMuestra

Me llama mucho la atención lo que significa en el original hebreo la palabra "desamparará", esto es, entre otras: "renunciar".

El respaldo del Señor existe para animarnos a seguir adelante, a no renunciar, a no claudicar, a no tirar la toalla a pesar de las dificultades naturales y espirituales de la vida. Dios es especialista en hacernos ver a nosotros mismos quiénes, cómo y de qué manera somos a través de Sus ojos, lo que siendo sincero, le falta a la mayoría de la iglesia de Jesús. Siempre tenemos una opinión acerca de nosotros contraria a la de Dios y eso pareciera traer a nuestra conciencia terrenal que no merecemos o simplemente no percibimos el respaldo de nuestro Señor. Pero de forma clara, en este versículo nos muestra que aunque nosotros estemos por claudicar con nosotros mismos y nuestra débil fe, Dios no está dispuesto a hacer lo mismo, ¡no! Dios no se ha rendido contigo y no se ha rendido conmigo. Todo lo contrario, todas Sus misericordias se renuevan con el fin último de que vayamos fortaleciendo nuestra identidad de tal forma que sepamos que en nuestras más precarias debilidades, el poder de Dios se manifiesta hasta animarnos a ser quiénes somos llamados a ser en Él.

Estoy seguro que te has sentido como yo muchas veces, levantando oraciones y la mirada a los cielos, como buscando como un pequeño cachorro la ayuda de su dueño cuando siente una soledad al no poder salir adelante en la adversidad. Nos sentimos desamparados, nos comienzan a invadir los pensamientos de que esa parte del versículo no se ve reflejada en nuestra alma. Y, ¿sabes algo? ¡Es así! Déjame explicarte. El convencimiento que tenemos que Dios no nos desampara es de carácter espiritual y no almático. Es decir, nuestra razón, sentimientos y emociones, no tienen cabida en lo que ha sido prometido de manera espiritual y no de manera emocional. Recordemos que es el Espíritu Santo quién le da convencimiento a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Por consiguiente, debemos enfrentar esos pensamientos engañosos sin desesperanza, sin aflicción y sin duda. Enfrentar lo que no proviene de Dios no puede hacerse solo con emocionalismo, sino con la fortaleza espiritual que trae las promesas del Padre y así vencer.