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Te reto a que saltesMuestra

Te reto a que saltes

DÍA 3 DE 3

Mantener la fe.

La historia de Abram está llena de episodios de confianza en Dios: cuando le ordenó irse de su tierra y dejar a su familia, cuando le promete una descendencia enorme como la cantidad de estrellas del cielo (siendo ellos ancianos y Sara estéril), cuando intercede ante Dios para que no destruya las ciudades de Sodoma y Gomorra donde estaba su sobrino Lot y su familia, cuando Dios prueba su fe ordenándole que sacrifique a su hijo Isaac, ¡y muchos más! Me encantaría hablarte de cada uno de ellos, pero sería un estudio larguísimo. Si puedes, lee su historia completa en el libro de Génesis.

Lo que podemos concluir es que la fe de Abram (quien luego fue Abraham) en Dios, era muy grande. El Apóstol Pablo dedica un capítulo entero en su libro (cartas) a los romanos para hablar acerca de Abraham y su fe. Romanos 4:16 dice: «Así que la promesa se recibe por medio de la fe. Es un regalo inmerecido…» (NTV). En el día 1 del plan comenzamos viendo que Dios le dio a Abram una orden y una promesa. Abraham llegó a obtener la promesa porque obedeció la orden del Señor teniendo fe en Él. «Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de muchas naciones. Pues Dios le había dicho: «Esa es la cantidad de descendientes que tendrás». Y la fe de Abraham no se debilitó a pesar de que él reconocía que, por tener unos cien años de edad, su cuerpo ya estaba muy anciano para tener hijos, igual que el vientre de Sara. Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios. Abraham estaba plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete. Y, debido a su fe, Dios lo consideró justo» (Romanos 4:18-22, NTV).

¡Qué ejemplo! Abram obedeció y confió plenamente en Dios, y Él cumplió su promesa. Además, en el camino hacia esa promesa, Dios nunca lo dejó solo. Caminó con Abram, acompañándolo en cada momento. No sólo eso, sino que fue llamado AMIGO DE DIOS. Dios mismo lo llama «mi amigo» cuando habla a Su pueblo por medio del profeta Isaías: «Pero en cuanto a ti, Israel, mi siervo, Jacob, a quien he escogido, descendiente de mi amigo Abraham…» (Isaías 41:8, NTV).

Dios tiene preciosas promesas para tu vida, pero para obtenerlas, debes tener fe en Dios como Abraham lo hizo, y obedecer Su Palabra. Por eso te vuelvo a preguntar: ¿Qué te está diciendo Dios? ¿Qué debes dejar ante Sus pies? ¿Qué te está mandando que hagas?

No importa en qué momento de la vida te encuentres, tampoco importan las vueltas de la vida. Dios siempre termina cumpliendo sus promesas. A Su tiempo y a Su manera. Tu trabajo es creer, Él hará el resto. Si vivimos tomados de Su mano, Él nos llevará a tierra firme, no importa lo inciertas que sean sus instrucciones. Obedezcamos y alineemos nuestro corazón y deseos a los suyos. Te reto a que saltes, ¿te vas a animar? La decisión es tuya.

Día 2

Acerca de este Plan

Te reto a que saltes

Muchas veces los planes de Dios pueden parecernos “locos”, y nos da miedo lanzarnos a ellos y saltar. Si Dios es quien nos ordena hacerlo, ¿no estará allí para nosotros? A través del ejemplo de Abraham, veremos cómo se la jugó y decidió obedecer a Dios ciegamente, sin saber lo que le esperaba. Abraham alcanzó las promesas de Dios gracias a su gran fe. ¿Y tú? ¿Te animas a saltar?

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