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Te reto a que saltesMuestra

Te reto a que saltes

DÍA 2 DE 3

Una obediencia ciega.

Como comenzamos a ver ayer, Dios le dio una orden y una promesa a Abram. Tenía que dejar a sus padres y la tierra donde vivía, para marcharse al lugar que Dios tenía preparado para Él. Por un lado, dijimos que cuando Dios te da una orden, lo mejor que podemos hacer es obedecer. Pero si prestamos atención, veremos que lo que le pidió Dios a Abram, requería una obediencia ciega de su parte. Si Dios me dice: «Andrea, empaca tus cosas que tienes que mudarte a una casa que tengo separada para ti en Sydney, Australia. Luego te paso la dirección para que llegues», es difícil el pedido, pero por lo menos tengo un destino concreto. En cambio, a Abram no le dijo a dónde lo llevaría, simplemente que empaque todo y que comience a caminar.

Ahora era el turno de Abram. Él podía elegir obedecer o quedarse cómodo en su casa, con su familia. Pero sin dudarlo, Él tomó sus cosas y junto a su esposa salieron confiando en que Dios les guiaría: «Entonces Abram partió como el Señor le había ordenado…» (Génesis 12:4, NTV). ¡Qué valentía! Yo quiero ser así. Obedecer a Dios y confiar en Él, no importa qué tan “loco” suene; si Dios lo dice, quiero hacerlo.

Cuando llegaron a Canaán, dice el relato en Génesis 12:7: «Entonces el Señor se le apareció a Abram y le dijo: «Daré esta tierra a tu descendencia». Y Abram edificó allí un altar y lo dedicó al Señor, quien se le había aparecido» (NTV).

¡Qué increíble vivir guiados por el Señor!, alabarle y adorarle por quién es y por lo que hace con nosotros. Agradecerle porque siempre cumple Sus promesas.

Quiero que hoy pienses en tu vida, en las cosas que tienes para hacer, lo que Dios manda que hagas o que dejes de hacer y lo que Él te ordena que cambies en tu vida. Tal vez te está diciendo que tomes esa decisión difícil que vienes postergando hace tiempo, o que dejes esa amistad que no te hace bien, o que abandones esa adicción que te está dominando, o que emprendas algo nuevo, o que cambies el trato que tienes hacia tus padres o tu cónyuge… En tu corazón, tú sabes muy bien lo que Dios te ordena. A mí me pasó, ¡cuántas veces sabía clarito lo que Dios quería que haga y yo me hacía la tonta! ¿Por qué? Porque requería que deje algo que me gustaba, porque estaba cómoda así, porque no sabía qué vendría luego de dejarlo; tenía que confiar en Dios y no era buena en eso. Con los años sigo aún aprendiendo, y siempre llego a la misma conclusión: Confiar en Dios, es lo mejor. Confiar en Él y en Sus promesas es lo que yo quiero hacer. Cuesta porque tenemos que desear las mismas cosas que Dios desea para nosotros. Sabemos que Él tiene lo mejor preparado para nosotros, pero en nuestra situación de humanos, queremos confiar en nosotros y en cosas que podamos ver.

Elige como Abram, elige alinear tu voluntad a la voluntad de Dios. Él no nos defraudará. «… Dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.» (Romanos 12:2, NTV).

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Te reto a que saltes

Muchas veces los planes de Dios pueden parecernos “locos”, y nos da miedo lanzarnos a ellos y saltar. Si Dios es quien nos ordena hacerlo, ¿no estará allí para nosotros? A través del ejemplo de Abraham, veremos cómo se la jugó y decidió obedecer a Dios ciegamente, sin saber lo que le esperaba. Abraham alcanzó las promesas de Dios gracias a su gran fe. ¿Y tú? ¿Te animas a saltar?

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