Ven, Señor Jesús VenEjemplo

Cuando venga no nos alejemos de Él avergonzadas

Lectura: 1 Juan 2:28–3:3

DEVOCIONAL: 1 Juan 2:28

Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, y cuando venga no nos alejemos de él avergonzados.

En el Texto

Una de las formas en que podemos prepararnos para el regreso de Cristo es perdurando en Él o permaneciendo en Él. Cuando permanecemos en Cristo, vivimos en relación con Él. Hacemos esto pasando tiempo con Jesús en oración, leyendo Su Palabra, obedeciendo Sus mandamientos y confiando en Él por la fuerza para hacerlo. Jesús es nuestra fuente de amor, poder, fe y sabiduría: realmente todo lo que necesitamos para vivir una vida que lo honre. Cuando permanecemos en Cristo podemos dar buenos frutos en nuestra vida, pero separados de Él nada podemos lograr (Juan 15:5).

Aunque nuestra salvación no se basa en nuestras obras, pues es un regalo gratuito para los que creen (Efesios 2:8–9), es importante recordar que un día seremos juzgadas según nuestra fidelidad. Seremos recompensadas ​​en función de cómo servimos a Dios con las oportunidades y los días que Él generosamente nos dio, y cada una de nosotras dará cuenta de nuestra vida (1 Corintios 3:10–15). Se nos darán recompensas en el cielo en el tribunal de Cristo en función de cómo vivimos nuestras vidas (ver Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10).

Sabiendo que algún día daremos cuenta de cómo usamos los dones, el tiempo y las oportunidades que Cristo nos dio, debemos estar motivadas para vivir cada día al máximo. Entonces, cuando Cristo aparezca, tendremos confianza en lo que Él ha producido en nuestras vidas. Sabemos cuán incapaces somos de producir tan buenos frutos con nuestro propio esfuerzo y méritos. Sin embargo, mientras confiamos en Jesús, permaneciendo en Él y en Su Palabra, Él obrará en nosotras para hacer lo que agrada a Dios. Simplemente debemos pedírselo.

Oración

Querido Señor, ayúdame a elegir permanecer en Ti todos y cada uno de los días de mi vida. Ayúdame a dar buenos frutos para Ti y honrarte con los dones, el tiempo y las oportunidades que me has dado. Hasta ese glorioso día en que regreses, te ruego, ven, Señor Jesús, ven. Amén.