Nuestra Ayuda FielMuestra
El Espíritu como columna de nube y de fuego
Según el plan de Dios, la vida es una serie de decisiones. ¿Me muevo o me quedo? ¿Aguantar o dejar ir? ¿Ato el nudo o no?
Pequeñas decisiones. Grandes decisiones. Decisiones por todas partes. Nosotros tomamos nuestras decisiones, y ellas nos hacen a nosotros. En consecuencia, la toma de decisiones mina la energía y crea ansiedad. ¿Y si me equivoco en mi elección? ¿Y si voy al sur cuando debería ir al norte?
Entonces, ¿qué podemos hacer? Dada la importancia de las decisiones, ¿cómo podemos tomarlas bien? La promesa de las Escrituras te animará. Podemos ser guiados por el Espíritu Santo: «Me guía por senderos de justicia por amor de Su nombre» (Salmos 23:3 NBLA).
Dios, nuestro Buen Pastor, no solo nos alimenta; nos guía. No solo nos corrige, sino que nos dirige. Nos mantiene encaminados. Ha encargado al Espíritu Santo que nos guíe por los caminos sinuosos de la vida.
Un ejemplo vívido de esta promesa se encuentra en la saga del pueblo hebreo.
Habían pasado toda una vida dentro de los confines de la pequeña nación de Egipto. Nunca habían cruzado la frontera. Entonces, en un rápido giro de los acontecimientos, el faraón los dejó salir. Siglos de esclavitud quedaban atrás; un nuevo futuro estaba ante ellos. El mar Rojo se abrió y la tierra prometida les llamó la atención. Era suya. Sin embargo, eran novatos. Nunca habían salido de los límites de su ciudad. Por sí solos no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir. Por esa razón,
El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego (Éxodo 13:21 NBLA).
La columna de nube que había ido delante de ellos, se apartó, y se les puso detrás, y vino a colocarse entre el campamento de Egipto y el campamento de Israel (Éxodo 14:19-20 NBLA).
Y en todas sus jornadas cuando la nube se alzaba de sobre el tabernáculo, los israelitas se ponían en marcha. Pero si la nube no se alzaba, ellos no se ponían en marcha hasta el día en que se alzaba (Éxodo 40:36-37 NBLA).
¿Te imaginas la bendición de este GPS divino? En un día cualquiera, Dios les indicaba dónde ir. Al este hay un valle, al oeste una llanura abierta. Más adelante hay una serie de colinas. ¿Qué dirección es la correcta? Moisés y los líderes se detienen hasta que la enorme nube gire. Una vez que lo hace, la siguen. El estrés de la toma de decisiones se redujo a mantener un ojo abierto hacia el cielo.
¿Quién condujo a los ex esclavos a través del mar Rojo y del desierto? El Espíritu Santo.
¿Quién guía hoy a los hijos de Dios? El Espíritu Santo. Tenemos lo que los tenían los hebreos menos el maná.
Jesús nos dio esta garantía: «Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad» (Juan 16:13 NBLA).
Sin embargo, ¿cómo podemos aprender a seguirlo? ¿Por qué a veces no lo detectamos? ¿Cómo podemos dejarnos guiar por el Espíritu?
La voluntad de Dios para ti es «buena, agradable y perfecta». Para conocerla, no debes «copiar el comportamiento y las costumbres de este mundo». La voz de Dios debe estar por encima de las voces de la sociedad. Dios quiere que seamos diferentes. No raros, ni extraños. Nuestro objetivo no es adaptarnos al mundo, sino poner nuestra mirada arriba.
Más tarde, Dios le diría al pueblo hebreo: «No seguirás a la multitud para hacer el mal» (Éxodo 23:2 NBLA).
No copies el comportamiento y las costumbres de este mundo. No puedes oír al Espíritu si los estás escuchando. No puedes remontarte como un águila si estás corriendo con ovejas tontas.
Si quieres escuchar a Dios, la primera pregunta que debes hacerte no es:«¿Qué debo hacer?», sino: «¿A quién voy a escuchar? ¿Quién tiene autoridad? ¿Quién manda en mi vida?». Si la respuesta es «la gente», no discernirás la dirección de Dios. Si la respuesta es las personalidades de la televisión, no discernirás la voluntad de Dios para tu vida. Añade a esa lista los horóscopos, las quirománticas y las cartas del tarot. Si estás siguiendo las estrellas, no estás siguiendo al Hijo. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios» (Romanos 8:14).
Esta fue la promesa de Jesús: «… el Espíritu de la verdad... porque mora con ustedes y estará en ustedes… Si alguien me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada» (Juan 14:17, 23 NBLA).
Convirtió tu corazón en su tabernáculo. «¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?» (1 Corintios 3:16 NBLA).
El Espíritu de Dios habita en ti. El Espíritu se mueve dentro de nosotros para guiarnos. Lo hace con dos herramientas: el versículo y la voz.
«Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios» (Efesios 6:17 nbla). La principal herramienta de comunicación del Espíritu Santo es la Biblia. Él nos habla a través de las Escrituras. Su voluntad se encuentra en su Palabra. «Lámpara es a mis pies Tu palabra, y luz para mi camino» (Salmos 119:105 NBLA).
El versículo y la voz. El Espíritu utiliza ambos para llevarnos a la tierra prometida. Dios está llamando. Sigue escuchando. Él creó el juego de la vida y se complace en mostrarnos la manera de jugarlo.
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¿Te encuentras en una situación en la que necesitas escuchar a Dios? Describe la necesidad.
Escribe una breve oración pidiendo una palabra de Dios.
Oración
Padre Celestial, ayúdame a ser diligente y a escuchar Tu voz en cada situación.
Escrituras
Acerca de este Plan
Estos cinco devocionales diarios están basados en el libro de Max Lucado, Nuestra Ayuda fiel. No tienes que recorrer este camino solo. No tienes que cargar con un peso que no estás destinado a soportar. Es hora de que disfrutes de la presencia del Espíritu Santo y experimentes la vida plena que Él te ofrece.
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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.editorialhccp.com/libros-de-max-lucado/