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DÍA 2 DE 5

El Espíritu como sello

¿A quién confía la Trinidad tu protección? «Fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1:13). Más adelante, en la misma epístola, Pablo nos exhorta a no entristecer al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuimos sellados para el día de la redención (Efesios 4:30).

Sellar. Ya conoces el verbo. Se gira la tapa de un tarro para sellar los pepinillos. Lames un sobre para sellar la carta. Sellas el contrato ante notario para cerrar el trato. El sellado declara la propiedad y asegura el contenido. Sellar es el acto que dice: «Esto es mío y está protegido».

No solo estás sellado, sino que eres adoptado.

Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

"Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos" (Romanos 8:14-17 NTV).

Eres adoptado por Dios. Esta idea es sorprendente en cualquier época. Pero para el público del Apóstol Pablo era especialmente significativa.

No eres un esclavo. El esclavo vive con temor, temor a que el amo no apruebe el trabajo realizado, temor a que el amo no provea para el futuro. ¿Qué impide al amo vender al esclavo en cualquier momento?

La relación padre-hijo, sin embargo, es una relación de seguridad.

Esto es lo que Cristo hizo posible para nosotros. Somos innegablemente de Dios. Es como si nuestro pasado nunca hubiera ocurrido. No tenemos nada que ver con nuestra vieja identidad. El Espíritu Santo nos convence de esta transacción.

«Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios» (Romanos 8:16 NTV).

"Pueden tener la certeza absoluta de que ahora han sido plenamente adoptados como hijos porque Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestras vidas que clama: «¡Abba! ¡Padre!». ¿No te deja claro este privilegio de conversación íntima con Dios, que no eres un esclavo, sino un hijo? Y si eres hijo, también eres heredero, con acceso completo a la herencia"
(Gálatas 4:6-7 The Message, traducción libre).

La actitud natural de las personas hacia Dios no es así. Podemos repetir la frase «Padre nuestro que estás en el cielo», pero no lo decimos con sinceridad. No confiamos realmente en Él, ni le amamos, ni le buscamos. Aparte de la obra del Espíritu, vemos a Dios como una deidad que hay que evitar, apaciguar o incluso escapar. Tememos a Dios. Si nos acercamos a Él en la oración, es por obligación o por temor y no por amor.

Pero tras la conversión se produce un cambio sobrenatural. Nuestro afecto hacia Dios comienza a aumentar. Nos volvemos hacia Él. Confiamos en Él. Comenzamos a percibirlo como el Padre Perfecto. Podemos hacerlo «porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5:5, NBLA).

El Espíritu Santo convence a tu espíritu de esta verdad: tu destino está en manos de un Padre amoroso. Tu nombre no está escrito en el libro de Dios con un lápiz. Él no tiene una goma de borrar sobre tu entrada, esperando un pretexto para eliminarla. No es un amo cruel que exige perfección y promete retribución. Es un Padre Bueno, que ha inscrito tu nombre en el Libro de la Vida con la sangre del Cordero. Y el Espíritu de Dios te insta a escuchar mientras afirma en tu espíritu que eres un hijo de Dios. Has sido adoptado en la familia. «Dios nos afirma, poniendo nuestra seguridad en Cristo, poniendo su Sí en nosotros. Por su Espíritu nos ha sellado con su promesa eterna; un comienzo seguro de lo que está él está destinado a completar» (2 Corintios 1:21-22 The Message, traducción libre).

Una joven graduada de la universidad me pidió que orara por ella para que fuera aceptada en la escuela de derecho. Rellenó los formularios e hizo la presentación y esperó... y esperó. Cada vez que hablábamos, parecía más ansiosa. ¿Y si no me aceptan? ¿Qué haré el próximo semestre? ¿Será que elegí la profesión equivocada?

El futuro desconocido la inquietaba.

Pero entonces llegó la carta de aceptación. «Nos complace informarle…».

Me llamó con la gran noticia. Su voz era fuerte y sus pensamientos eran positivos. Inmediatamente se puso en marcha. Pensaba encontrar un apartamento, revisar el plan de estudios y comprar ropa nueva. ¿A qué se debe este cambio de actitud? Sabía lo que le esperaba. Su futuro estaba asegurado.

El Espíritu Santo proporciona una seguridad mucho más significativa. De Él recibimos una carta de aceptación, no a la escuela de derecho, sino al cielo.

Por lo tanto, no tendremos temor en el día del juicio, sino que podremos estar ante Dios con confianza, porque vivimos como vivió Jesús en este mundo.

En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios. Nos amamos unos a otros, porque él nos amó primero (1 Juan 4:17-19 NTV).

Dios te ama con un amor perfecto: conocimiento perfecto de tus errores pasados, de tus errores futuros y, sin embargo, está perfectamente dispuesto a amarte a pesar de ambos. Se compromete a llevarte a casa sano y a salvo.

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¿Cómo es el amor perfecto?

Comparte un ejemplo del amor perfecto de Dios por ti.

Oración

Señor Jesús, estoy agradecido por la salvación a través de tu sacrificio. Por favor, mantenme atento hoy a la oportunidad de compartir Tu amor perfecto con alguien.

Escrituras

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Nuestra Ayuda Fiel

Estos cinco devocionales diarios están basados en el libro de Max Lucado, Nuestra Ayuda fiel. No tienes que recorrer este camino solo. No tienes que cargar con un peso que no estás destinado a soportar. Es hora de que disfrutes de la presencia del Espíritu Santo y experimentes la vida plena que Él te ofrece.

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Nos gustaría agradecer a HarperCollins/Zondervan/Thomas Nelson por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.editorialhccp.com/libros-de-max-lucado/