Inmune Al Temor – Semana 5Muestra

Enfrente sus miedos

Después de que Moisés murió, su discípulo Josué se convirtió en el nuevo líder. Dios prometió estar con Josué como había estado con Moisés, y prometió entregarle a Josué todos los lugares que pisara la planta de sus pies. Dios prometió prosperar a Josué dondequiera que fuera, pero había un requisito: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente”, dijo el Señor (Josué 1:7).

Imagine que está a punto de embarcarse en la tarea más difícil de su vida. No tiene ni idea de lo que le espera, y el Señor le dice: “Sé valiente”. ¡Eso me asustaría! ¿Por qué? Porque la valentía solo se necesita cuando hay peligro. La valentía no es la ausencia de temor; de hecho, no puede haber valentía si no hay temor. La valentía es la voluntad de enfrentarse al temor con fe. Todas las promesas, victorias, y el destino que le esperaban a Josué dependían de su disposición a enfrentar sus temores.

Cuando era adolescente, fui a Inglaterra en un viaje misionero y me quedé en una casa de invitados con una pareja británica muy agradable. Tenían colgado en la pared un póster que estará para siempre guardado en mi memoria. En el póster se veía a un grupo de chicos y chicas de diez años, veinte años, treinta años, y así hasta los cien años. A todos se les había hecho la misma pregunta: “¿De qué te arrepientes más en este punto de tu vida?”. Todas las respuestas eran tanto interesantes como chistosas, pero la única que impactó mi corazón y se quedó grabada para siempre en mi memoria fue la de los que tenían cien años. De lo que más se arrepentían en ese punto de su vida era que tenían que haber “tomado más riesgos”. En ese momento, siendo muy joven, decidí que cuando llegue al final de mi vida no quiero mirar atrás y darme cuenta de que nunca viví de verdad porque siempre tenía demasiado miedo.

El temor siempre parece justificado en el momento, pero cuando miramos atrás a lo largo de nuestras vidas a las cosas que solían preocuparnos, se hace evidente rápidamente que teníamos que haber tomado más riesgos por el Señor. El temor nunca es una buena excusa para no hacer la voluntad de Dios, y la parábola de los talentos en Mateo capítulo 25 nos lo muestra.

Un hombre rico planeaba irse para hacer un largo viaje. Antes de marcharse, decidió dividir su dinero entre sus tres siervos para que pudieran invertirlo y su fortuna aumentara mientras él estaba fuera. Los primeros dos siervos invirtieron su dinero sabiamente, y su señor estuvo complacido cuando regresó. Pero el tercer siervo dijo: “tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra” (Mateo 25:25). Escondió su talento por miedo, y su señor no le dijo: “Pobrecito, no te preocupes, no pasa nada. Perdóname por haberte puesto en una situación incómoda”. No, su señor lo reprendió con dureza y enojo, y dijo: “¡Siervo malo y negligente!”. Su señor estaba enojado con él porque, en lugar de enfrentar sus miedos y tomar el riesgo por el bien de su señor, decidió tomar el camino fácil: enterrar el talento y no hacer nada.

El tiempo pasa y el reloj sigue avanzando, y nuestro Señor regresará pronto. El Reino eterno de Dios es lo que está en juego. Él nos ha confiado el avance de Su Reino poniéndolo en nuestras manos, y un día Él regresará y tendremos que dar cuentas de lo que hicimos con Su inversión. Si tenemos alguna razón para temer, sería que nuestras vidas no hayan producido nada más que una bolsa enterrada de talentos. Nuestras vidas no nos pertenecen, le pertenecen a nuestro Señor, a nuestro Salvador que lo arriesgó todo por nosotros. Que podamos arriesgarlo todo por Su causa como agradecimiento, para que Él reciba la recompensa por Su sufrimiento.

Me encanta cómo lo dijo Jim Elliot: “No es tonto el que da lo que no puede quedarse para ganar lo que no puede perder”. Jesús dijo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. ¡No puede equivocarse cuando le entrega todo a Jesús! ¡El temor es solo una ilusión óptica! No arriesga nada cuando arriesga su vida por el Señor, sino que recibirá Su aprobación: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23).