Inmune Al Temor – Semana 5Muestra

El Consolador

¿Quién es un compañero más fiel en las dificultades que el Espíritu Santo? ¿Qué amistad tiene más valor durante los momentos difíciles que el confidente más maravilloso, amable, leal y asombroso del universo? Cuando esté tomando nota de sus recursos disponibles, recuerde el regalo tan precioso y personal que es Su presencia y Su compañía. ¡El Dios viviente, en la persona del Espíritu Santo, va delante de usted, camina a su lado, hace guardia a sus espaldas, descansa sobre usted, y habita en su interior! ¿Qué más se puede pedir?

Mientras mayor sea la revelación de la presencia del Espíritu Santo, mayor será nuestro consuelo; y mientras mayor sea nuestro consuelo, menos sufriremos con el sufrimiento. Con esto no quiero decir que el Espíritu Santo nos quitará todo dolor y aflicción. Por el contrario, significa que la profundidad del consuelo que nos brinda el Espíritu Santo nos permite no solo mantener nuestro gozo y carácter en tiempos difíciles, sino que también nos permitirá florecer en medio de eso como nunca antes, por medio de Cristo.

“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo… Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos” (Isaías 35:1-2, 5-7).

¿Cómo es posible tener un “desierto” tan colorido, vivo y estimulante? ¡A través de la presencia reconfortante y transformadora del Espíritu Santo! Eso es lo que hace que las dificultades del desierto valgan la pena, y nos da la oportunidad de experimentar el consuelo del Espíritu Santo a un nivel en el que no lo haríamos de otra forma.

No hay nada más valioso que ser conscientes del Dios Omnipresente. Si siente que ha entrado en un desierto, decida utilizar eso como una oportunidad para descubrir más acerca de la magnífica realidad del Espíritu Santo.