RestauradaMuestra
NUESTRO PECADO
Cuando vives un divorcio, llegas a un punto en el que tratas de analizar qué ocurrió, para darle sentido a lo que estás viviendo.
En algún momento pensé que si los demás hubiesen conocido mis circunstancias, comprenderían mejor y me darían la razón. Sin embargo, el Espíritu Santo amorosamente me hizo entender a la luz de la Palabra cuál había sido mi pecado. Debía arrepentirme por ello. Comprendí que una restauración completa y profunda no podía llevarse a cabo a menos que yo aceptara, confesara y me arrepintiera de mi propio pecado (Sal. 66:18).
Aunque puede resultar doloroso, es necesario ser honestas con Dios, con nosotras mismas y con una líder o amiga piadosa acerca de nuestra parte de la culpa o responsabilidad en la relación (1 Jn. 1:9, Stg. 5:16).
En mi situación particular, debí admitir algunas cosas:
- Había pecado contra Dios, al anhelar un matrimonio o una pareja, más de lo que le anhelaba a Él.
- Abiertamente desobedecí el mandato bíblico de no unirme en un yugo desigual con alguien que no era nacido de nuevo ni conocía el Evangelio (2 Cor.6:14).
- Fui deshonesta con mi familia y amigos durante la relación, tratando hacer parecer que esta persona era alguien que no era.
- La principal motivación para casarme había sido no seguir soltera más tiempo, pues según yo, había esperado mucho. No valoré ni respeté el sagrado diseño de Dios para el matrimonio (Ef. 5:23-25).
- Aunque viví una relación enfermiza, en más de una ocasión fui contenciosa y provocadora.
- Albergué resentimiento e ira.
Dios siempre muestra Gracia a Sus hijos, pero también es cierto que, demanda de nosotras total transparencia (Is. 1:18). ¿Cómo puede empezar a sanar una herida si no es antes desinfectada?
Cualesquiera que hayan sido las circunstancias en las que tu matrimonio terminó, te aseguro que puedes venir a Él y mostrarte tal cual eres (1 Jn. 1:9). Puedes reconocer delante de Dios tu falla y la parte de la que eres responsable (ya que, sin duda, tu cónyuge falló también). No habrá culpa, ni condenación (Rom. 8:1). Te encontrarás con su gracia redentora y tu restauración podrá empezar a completarse.
Buen Dios, gracias por extender siempre Tu misericordia hacia mí. En este viaje de sanidad, ayúdame a identificar, admitir, confesar y arrepentirme por mi parte de la culpa en el matrimonio que terminó. No quiero tener ningún obstáculo en mi relación Contigo, necesito de Tu guía y limpieza profunda. Gracias porque este proceso es para mi bien y nunca seré condenada y también, gracias por Tu perdón sin límites y Tu gracia sanadora que me restaura. Te amo Señor, amén.
Escrituras
Acerca de este Plan
El divorcio es capaz de causar heridas profundas y producir mucho dolor y confusión. Pero, también es el escenario que Dios quiere usar para sanarnos y mostrarnos Su gracia. Sin importar las circunstancias de tu divorcio, estos 10 devocionales serán un medio que el Señor usará para devolverte gozo, propósito y esperanza. ¡Llegó el momento de ser restaurada!
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Nos gustaría agradecer a Doménica Maeda por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://destellos7.blogspot.com/