Eligiendo a Dios en Lugar De Las Cosas Del MundoMuestra

Leer: Génesis 35; Deuteronomio 30:15–20

EOAO: Deuteronomio 30:15–16

“Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, porque yo te mando hoy que ames al Señor, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y el Señor, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas a entrar para tomarla en posesión".

En el texto

Génesis 35 sirve como conclusión en la narración de Jacob. Si bien Jacob se menciona muchas más veces a lo largo del resto de Génesis, el enfoque de la narración ahora se vuelve hacia sus hijos. El autor de Génesis cerró las vidas de Abraham e Isaac de manera similar, no con sus muertes, sino con una transición a sus hijos como sujetos y herederos de la promesa.

La vida de Jacob estuvo llena de éxitos y fracasos, de bendiciones, disciplina, conflicto, resolución y gracia. Jacob no era un hombre, esposo, padre, amigo, hermano o hijo perfecto. A pesar de todos sus fracasos y defectos, todavía fue elegido por Dios. Por gracia Dios escogió bendecir a Jacob sobre Esaú, y le prometió estar con él, como estuvo con su padre y con su abuelo. Por gracia, Dios le dio doce hijos y una hija, aumentó sus posesiones, y lo trajo de regreso a la tierra prometida. Por gracia, Dios reconcilió a Jacob con su hermano, y también por gracia, continuaría bendiciendo y estando con los descendientes de Jacob.

Al reflexionar sobre la vida de Jacob, encontramos un tema central: elegir las cosas de Dios sobre las cosas del mundo. Dios continuamente le dio a Jacob oportunidades para elegir las cosas de Dios y rechazar los deseos de la carne y los caminos del mundo. A veces, Jacob escogió las cosas de Dios. Otras veces, recurrió a sus propios recursos y caminos mundanos para su liberación. Como Jacob, nos enfrentamos continuamente con estas opciones; es una decisión diaria. Hoy, podemos dejar de lado los ídolos, los dioses falsos, los deseos de la carne y la autosuficiencia y, en cambio, elegir seguir a Dios, encontrando bendición, protección y promesas cumplidas en Él.

Muchos años después, cuando la familia de Jacob se había convertido en una nación, tuvieron que lidiar con esta misma decisión. Al entrar en la tierra de Canaán para tomarla como propia, cumpliendo la promesa que Dios había hecho generaciones antes, se enfrentaron a esta elección: vida y prosperidad por la obediencia a Dios o muerte y destrucción por seguir su propio camino. Todos los días tenemos la oportunidad de elegir las cosas de Dios sobre las cosas del mundo. Y no importa cuántas veces hayamos elegido la desobediencia, todavía podemos volvernos al Dios de la promesa y elegir la vida en Él.