¿Todos Podemos Adorar?Muestra

Adoración en verdad

Ya hemos hablado de lo que significa la adoración en espíritu y ahora nos enfocaremos en lo que es la adoración en verdad. Hay una verdad que es la que toda la gente conoce, es la verdad de lo que se dice de nosotros en el barrio, en el trabajo, en la escuela, en los lugares que frecuentamos. La verdad que todos conocen acerca de nuestra persona, esa es una verdad. Pero también hay otra verdad y es la que Dios conoce de cada uno de nosotros.

• La verdad de la intimidad de mi corazón:

Algo tremendo sucede cuando la verdad que la gente conoce de nosotros, no es igual a la verdad que Dios conoce. En mi caso tengo dos verdades. Una es la que dice la gente de mí: buena persona, hombre correcto, “espiritual”, quizás lo que mi hermano dice de mí, o mi líder, mi discípulo. Pero, ¿cuál es la verdad que Dios dice de mí? Él conoce lo que nadie más vio. Él sabe lo que quizá ni mi esposa, ni mi padre, ni mis hijos, ni mi pastor conocen. El Señor sí lo conoce.

Cuando existen dos verdades la Biblia lo llama hipocresía. La palabra hipocresía, en su origen significa careta. Se origina en tiempos antiguos donde se practicaba el teatro con caretas. Se utilizaban para que un actor pueda protagonizar diferentes roles cambiando de personaje con solo una careta sostenida por un palito. De allí el término juvenil utilizado habitualmente, quizás sin conocer mucho la historia de la etimología de la palabra, “sos un careta”. La hipocresía se manifiesta entonces cuando la verdad que la gente ve, no es la verdad de nuestra intimidad.

El religioso tiene dos versiones de sí mismo. ¿Por qué Jesús tuvo tantos problemas con los religiosos de su época? Porque Él los trató de hipócritas, los llegó a llamar sepulcros blanqueados: uno tiene un mármol resplandeciente blanco que es hermoso por fuera, pero dentro del mármol hay muerte. Entonces en otras palabras quizás les decía: “Tu careta es muy linda, pero adentro hay algo que no concuerda.” Podemos adorar a Dios imperfectamente pero no lo podemos adorar deshonestamente. La adoración en verdad es la adoración que tiene igualdad entre nuestra verdad externa e interna.

Salmo 51:6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo.

Aquí David tiene una revelación: él había pecado y quiere esconder su pecado, que nadie lo conozca, y dice: "Tú amas Dios la verdad en lo íntimo". Dios ama la verdad en la intimidad porque allí podemos adorarlo con la verdad de nuestro corazón.

• La verdad de la entrega:

La adoración en la Biblia implica entrega. La entrega siempre se vio tipificada en el sacrificio. En el gran porcentaje de los casos, en la Biblia no se adora con instrumentos. Para nuestra mentalidad no se podría adorar sin un teclado, sin una guitarra, sin voces que nos acompañaran, pero la adoración es más que una parte de nuestra vida, es nuestra vida. A lo largo de todas las historias podemos ver que cada vez que alguien dice que adoró a Dios, le presentó un sacrificio. Noé salió del arca luego de estar ciento cincuenta días, preparó un altar, sacrificó animales y adoró a Dios. Lo hizo sacrificando algo en el altar. Nuestro corazón es el altar donde presentamos sacrificios delante de Dios. La verdadera adoración siempre nos debe costar algo.

Cuenta la historia que en cierta oportunidad el rey David iba con su ejército y quiso adorar a Dios para encontrar Su misericordia y Su piedad. Luego se detiene en un terreno y quiere presentar adoración y sacrificio al Señor. Pero cuando el dueño del terreno se entera que el gran rey David está allí y quiere sus tierras, le dice: “David, te ofrezco gratuitamente este terreno para que le presentes a Dios adoración”, a lo que David le responde: “No ofreceré a mi Señor mi Dios sacrificio que no me haya costado algo”. Esto nos enseña que la adoración no siempre va a ser complaciente, algo agradable, sino que implica sacrificio. El Señor nos dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas" (Lc 10:27). Esto nos habla de entrega, de rendición.

No se puede adorar sin presentar sacrificio. No puede haber altar sin sacrificio. El verdadero sacrificio es la entrega de nuestras propias vidas. Cada vez que nos rendimos y nos entregamos estamos haciendo Su voluntad. Esta es la verdadera adoración y ¡es tan poderosa! Gracias Dios porque podemos presentar nuestras vidas como altares que te adoren en espíritu y en verdad constantemente. Fuimos creados para adorar y levantar el nombre de Jesús mediante nuestro diario vivir. ¡Aleluya!