¿Todos Podemos Adorar?Muestra

El origen de la adoración

Si continuamos profundizando en la historia de la mujer samaritana podemos observar que:

• La adoración nace como fruto de un encuentro con Jesús. Un encuentro que produce cambios profundos. Un encuentro que nos debe llevar a tomar decisiones. Decidir quedarse con una parte y dejar la otra, Jesús nos encontró pero no lo hizo para dejarnos como estábamos. Él nos quiere cambiar. Muchos vienen a la iglesia pero siguen viviendo de la misma manera. Esto se debe a que probablemente no rindieron todo ante Jesús para ser transformados.

Juan 4:25-26

El cambio estaba delante de sus ojos y la mujer samaritana lo aprovechó. Dijo en su interior: “Esta es mi oportunidad”. Cuando nos encontramos con Dios somos confrontados con nuestra propia realidad, con nuestra propia naturaleza pecaminosa y como consecuencia nace la adoración que es un fruto de ese encuentro.

Juan 4:17-18

La adoración no puede quedar solo en una experiencia y continuar con nuestras vidas de la misma manera, sino que debe haber un fruto. Deben haber cambios y para eso es necesario tomar decisiones. Un encuentro con Jesús despierta un deseo por vivir en Santidad. La Mujer le quiso hablar de religión, pero Jesús le estaba hablando de vida. Una vida rendida a Dios. Una santidad práctica. La santidad no es una serie de prohibiciones, sino un deseo de agradar a Dios en todas las cosas. No es aislarse del mundo, es administrar bien tu vida

1 Pedro 1:15

Siempre hay un punto donde fallamos, pero la idea no es vivir lamentándonos o frustrándonos, sino permitirle al Espíritu Santo que transforme nuestras vidas de manera constante. Lo que oímos: la música que escuchamos, ya que esta genera una atmósfera espiritual. Lo que hablamos: la lengua tiene el poder de hablar bendición o maldición. Lo que vemos: debemos filtrar lo que entra por nuestros ojos. Cómo nos relacionamos con los demás: hay personas a las que no se le puede reprochar su relación con Dios pero fallan en su relación con los demás ya que no reflejan su fe con acciones. Los lugares que frecuentamos: a veces nos metemos en problemas por estar en el lugar equivocado. La manera en que manejamos el dinero: es importante ser buenos administradores y también dar el diezmo a Dios porque cuando damos el 10% de nuestros ingresos estamos santificando el 90% restante. El manejo de las redes sociales: cuidar lo que consumimos, lo que mostramos y el tiempo que le damos.

Santidad es nuestra relación con Dios. No es lo que hacemos sino quienes somos.

Si nos damos cuenta que algo estamos haciendo mal es porque hay un eco del Espíritu Santo en nuestras vidas.

• La adoración que produjo la mujer samaritana al tener una revelación de quién era Jesús revolucionó Samaria. La revelación no es una comprensión intelectual o racional. No nace como fruto de un proceso de razonamiento. La revelación nos permite saber ante quién estamos. Podemos tener una comprensión general de algo, pero es como que en un momento “nos cae la ficha” y la mujer samaritana se dio cuenta de lo que antes no veía. La revelación nos lleva a contemplar. La contemplación nos conduce a adorar. Así como cuando estamos ante una obra de arte y al contemplarla puede que nos preguntemos: “¿Cómo un hombre pudo hacer esto?”. Nos provoca exaltar, adorar.

Cuando tenemos la revelación correcta de quién es Jesús, entendemos que vivir en santidad es una ofrenda de amor, es nuestra mayor adoración. Esto nos conduce a compartir lo que Jesús hizo en nuestras vidas ya que cuando le conocemos, queremos también que todos lo conozcan. Por eso adorar tiene que estar acompañado de frutos que se reflejen en nuestras acciones diarias donde a su vez las personas que nos rodean puedan notar y por medio de nuestro testimonio conocer al que Fue, al que Es y al que Ha de venir. Jesucristo.