El perdón lo cambiaMuestra

Donde comienza el perdón

¿Alguna vez ha visto el musical (o leído el libro) Los Miserables? Se trata, en parte, de un convicto llamado Jean Valjean que se niega a perdonar al sistema legal que pecó contra él, dejándolo quebrantado y en bancarrota. En su amargura, Valjean decide robarle unos candelabros de plata a un amable sacerdote que solo le mostró amor. La policía lo atrapa y está lista para dejar caer el martillo de justicia sobre su cabeza, pero el sacerdote defiende a Jean, alegando que los candelabros eran un regalo. Aturdido, Valjean mira fijamente mientras el sacerdote se le acerca al oído y le dice en voz baja: "Jean Valjean, hermano mío, ya no perteneces al mal, sino al bien. Retiro [tu alma] de los pensamientos negros y... se la doy a Dios". No voy a arruinar el resto de la historia, pero les diré que ese perdón absurdo cambia a Jean Valjean.

Y nos cambia a nosotros también. Al igual que ese sacerdote, Jesús nos ha mostrado gracia. Cuando la justicia nos hubiera encerrado en el infierno, lejos de Dios, Jesús se acerca y susurra: "Te perdono. Me desgarré para comprarte de nuevo y entregarte a Dios". Pablo escribe: "En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7).

Medite profundamente en esa verdad del evangelio. Dios nunca se vengará. Él nunca lo tratará como sus pecados ameritan. Él siempre lo amará.

Ese tipo de perdón nunca deja un alma igual. Pregúntele a Jean Valjean.