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¿Fuerza De Voluntad, O Fuerza en Su Voluntad?

DÍA 5 DE 7

La savia correcta para un buen fruto.

Cuando funcionamos según nuestra fuerza de voluntad y no en la fuerza de Su voluntad, los frutos responden a ese mismo hecho. Dicho de otra forma: no podemos aspirar a la bendición que se desprende de una vida vivida en Sus posibilidades, si solo nos manejamos con las nuestras. El fruto no puede ser el mismo. Es imposible, y es solo cuestión de tiempo que sea evidente.

En la época de Jesús había, como sucede ahora, muchos que manifiestan una cosa en lo externo, y por dentro son otra bien diferente. Es fácil disfrazarse del evangelio, adquirir su lenguaje y sus formas superficialmente, pero es inevitable que, en algún momento, se evidencie que debajo hay otro fondo. Por eso Jesús avisó encarecidamente respecto a ello.

Ahora bien, no siempre que pasa esto es porque los lobos se visten intencionalmente de corderos, como nos muestra el texto en el que nos detenemos hoy. En ocasiones nosotros podemos, sin darnos apenas cuenta, y por causa de vivir el evangelio en nuestra propia fuerza de voluntad, mermar lo que Jesús enseñó, y eso se manifestará en frutos pobres, escasos o incoherentes.

Demasiadas veces creemos que estamos viviendo lo que manifestamos en fe, pero en realidad estamos moviendo la maquinaria nosotros, y la cosa no avanza. ¡Qué diferente el escenario cuando es Dios mismo, porque nos rendimos a Él y a Su fuerza, el que mueve nuestras vidas!¡Y qué gran ejemplo tenemos en el Maestro que, incluso siendo Dios, sometía constantemente Su voluntad a la voluntad de Padre!

El ejercicio de rendirnos a Su voluntad y dejar la nuestra a un lado no es sencillo, pero es posible en Su Espíritu:

  • Requiere el querer y el hacer que Él mismo nos proporciona cuando se lo pedimos. (Filipenses 2:13)
  • Nos da mucho más abundantemente de lo que podamos pedir o entender (Efesios 3:20),
  • Jesús lo expresaba con claridad meridiana (Lucas 22:42),
  • pero, además, da frutos bien diferentes, por los que se nos conoce (Mateo 7:18).

De un árbol podrido o caído, como somos nosotros en nuestras fuerzas, difícilmente puede desprenderse el fruto de vida que proviene de quien es VIDA en mayúsculas. Lo bueno que haya en nosotros siempre es el producto de Su dádiva con nosotros (Santiago 1:17)

¿Escogeremos nuestra savia, entonces, o más bien que Él nos alimente con la Suya, y muestre Su fruto, el del Espíritu, a través nuestro?

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Acerca de este Plan

¿Fuerza De Voluntad, O Fuerza en Su Voluntad?

Si con algo hemos luchado todos alguna vez es con nosotros mismos por nuestra escasa fuerza de voluntad. ¿Podemos creer realmente en este concepto? ¿O más bien la Palabra nos arroja luz en otra dirección, en la de nuestra incapacidad por nosotros mismos, pero en un tremendo fortalecimiento y posibilidades cuando partimos de SU voluntad? Explorémoslo juntos en este plan a través de varios pasajes de las Escrituras.

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/