Jesús, La Promesa Del "Sukkot"Muestra

Tabernáculo Para El Señor

Si bien hemos entendido que diariamente habitamos en la presencia de Dios, porque gracias a lo que hizo Cristo Jesús, su Espíritu mora nosotros. Nos es necesario comprender la importancia de apartar diariamente y constantemente un tiempo de comunión con Él y con nuestro Padre.

Nosotros no necesitamos esperar una fecha especial para disfrutar de la presencia de nuestro Padre, no necesitamos una celebración especial para pedir perdón por nuestros pecados cuando fallamos ni necesitamos una fecha especial para buscar su dirección y su favor. Podemos buscarlo en todo tiempo gracias a Jesucristo, quien nos ha acercado a Él a través del Espíritu que nos fue dado. Así que no hay excusa alguna, podemos hacer "Sukka" (tabernáculo, tienda o enramada); has tabernáculo en tu hogar para el Señor, podemos preparar un espacio especial para que en familia o solos nos apartemos a ese encuentro especial de comunión con nuestro Padre y con nuestro Salvador, por medio de su Palabra y de la oración, no cada año, sino cada día y en cada momento.

Si queremos permanecer en bendición, con la certeza de que estamos agradando a Dios; debemos habitar en su presencia, hay que activar la comunión divina que nos ha dado la obra redentora de Jesús. Cómo más podríamos garantizar que ahora vivimos no por la carne sino en el Espíritu, si no es avivando nuestra comunión constante con nuestro Padre y con nuestro Salvador Jesucristo.

Tenemos tanto que ofrendar a nuestro Padre; podemos darle gracias y rendirle adoración por lo que hizo por nosotros a través de su Hijo Jesús, podemos rendirnos ante Él como sacrificio vivo y agradable arrepintiéndonos de nuestros pecados y apartándonos como ofrenda de olor fragante ante Él; necesitamos permanentemente de su consejo y dirección, necesitamos ser llenos de la sabiduría que nos da su Palabra para poder hacerle frente a los embates del mundo, del enemigo y de nuestra carne. Necesitamos conocer su voluntad para poder ponerla por obra, cómo vamos a agradarlo si no escuchamos su voz, si no lo conocemos. Hay tanto por decirle y por entregarle al Señor, cómo no vamos a vivir la revelación que nos ha dado, cómo no vamos a valorar tan preciados regalos que nos ha entregado. Levantemos altar para el Señor y rindamos nuestra vida en adoración a su Nombre. Tenemos entrada ante el Trono del Padre, por Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote; por Él hemos recibido su Santo Espíritu y por Él somos aprobados ante su presencia. ¡Bendita Gracia!