Jesús, La Promesa Del "Sukkot"Muestra

Jesús La Promesa Cumplida

El celebrar cada año el "Sukkot", fiesta de los tabernáculos, representa para el pueblo judío un tiempo que significa apartarse para estar cerca de Dios, en su "Sukka" (tienda o tabernáculo), para ofrecer agradecimiento como recordatorio de lo que hizo con el pueblo de Israel cuando estuvo en el desierto durante los cuarenta años. Es una fiesta de regocijo en el Señor, en la que comparten la Escritura (los judíos no Mesiánicos, comparten la "Torá", primeros cinco libros de la Biblia; la "Tanaj", Antiguo Testamento; el "Talmud", obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas respecto a la Tanaj); además, se comparten alimentos, se presentan ofrendas y se goza también de un tiempo de regocijo en familia. Los judíos Mesiánicos celebran esta festividad, con una sabiduría mayor; no tradicionalista ni religiosa, por causa de que su Rey, el Mesías que tanto habían esperado, ya está reinando en sus vidas "Cristo Jesús".

Cuando estaba el templo y habían sacerdotes, durante esta celebración, los sacerdotes debían practicar la libación; consistía en el derramamiento simultáneo de vino y de agua sobre el altar como ofrenda de purificación ante el Señor; esta práctica, además de otras ofrendas y sacrificios, era un acto de fe que provocaba la aprobación de Dios y posteriormente la confirmación de la bendición que tanto anhelaban, la lluvia temprana, como confirmación de que su respaldo estaría con ellos durante el año. En la actualidad, el pueblo judío que sigue celebrando esta festividad como tradición, no realiza la libación, teniendo en cuenta que no hay templo ni sacerdotes.

Jesucristo también participó de la fiesta de los tabernáculos. Sin embargo, Él fue después de que los discípulos se presentaron a la celebración y cuando Él fue, fue a enseñar la Palabra; fue entonces cuando la profecía y promesa de la fiesta de los tabernáculos se cumplió en Él. Veamos:

"El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: ¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva” (Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en Él; pero el Espíritu aún no había sido dado, porque Jesús todavía no había entrado en su gloria)" Juan 7:37-39 NTV. ¿Lo pueden notar? ¿Pueden notar la promesa cumplida? Mientras ellos esperaban con ansias la lluvia que les confirmaría la bendición que les daría Dios; Dios a través de Jesucristo ya los estaba bendiciendo y no sólo por un año sino para toda la eternidad. Hoy muchos judíos al igual que muchos gentiles, lo hemos comprendido, al reconocer a Jesús como la lluvia temprana y tardía que nos garantiza permanecer bajo la cobertura de nuestro Padre por la eternidad.

Jesucristo es el agua de vida, el manantial y la fuente de agua viva que sacia nuestra sed y nos garantiza la prosperidad de nuestra alma. El pueblo judío lo tenía frente a sus propios ojos, Jesús les dijo: Yo Soy quien les doy del agua, de la lluvia que tanto necesitan.