Hecho para esto: un estudio de identidad, pertenencia y propósitoMuestra
Pertenencia correcta
Por Gabriella Silva
"Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros"(1 Juan 4:11–12 RVR1960).
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,..."(Hechos 2: 42–46 RVR1960).
Una de las cosas más difíciles de ser maestra fue acabar los conflictos entre estudiantes. Parecía casi imposible lograr que dos niños totalmente opuestos se llevaran bien, ni pensar en que fueran amigos. Un día en particular, dos niñas de mi clase de primer grado comenzaron a discutir y a insultarse. En mi deseo por ayudar, les dije que en nuestra clase, ambas eran mis estudiantes amadas, y que yo necesitaba que ellas trabajaran juntas para ayudar a otros en la clase. Aun así, ninguna podía dejar pasar la ofensa. Su instinto natural era velar por su propio interés, aun si eso significa herir a la otra.
Esto me dio una clara visión de lo que el pecado nos hace en la iglesia. Nuestro llamado a pertenecer los unos a los otros y a vivir el amor de Dios no viene naturalmente por los efectos del pecado, pero es posible por la gracia.
En el principio, Dios nos creó para vivir en armonía y comunión con Él, pero el pecado nos separó de Su amor, y entró en cada rincón de nuestros corazones, manchándolo con codicia, orgullo, egoismo, y lujuria. Nos urgía un transplante radical de corazón para vivir por la gracia en lugar de nuestro egoísmo. Jesucristo vino a este mundo para que pudiéramos reconciliarnos con Dios, y al hacerlo, nos hizo parte de la familia Dios. Nos dio Su Espíritu, para que podamos caminar en el Espíritu y vivir una vida que le agrade a Él, en lugar de la vida de pecado que vivimos alguna vez.
Entender tanto nuestro pecado como la gracia de Dios, nos permite vivir el amor y unidad que Él quiso que viviéramos. Verás, en la cruz Jesús cerró la brecha que existía entre nosotros y Dios. E injertó en la familia de Dios a todos los que creyeron en Él. Al hacerlo, también erradicó toda división socio-cultural, racial, política y financiera que nos separaba unos de otros. El Evangelio nos hace iguales ante Dios, más pecadores de lo que nunca podríamos imaginar y más amados de lo que podríamos esperar.
Así que, nuestro llamado es responder a la gracia de Dios viviendo una vida juntos y amando como Cristo nos ama. Este es el llamado más difícil y más honorable que tenemos los creyentes. Porque si realmente nos amamos los unos a los otros en la forma contra-cultural y audaz que somos amados, el mundo conocerá realmente a Dios (Juan 17:20-23). Nuestra unidad, nuestro caminar abierto juntos, vulnerable, lleno de problemas, imperfecto, pero que nos une; nuestras vidas como parte del cuerpo de Cristo dirigirían a un mundo perdido hacia su Creador y, al hacerlo, los invitaría a unirse a la familia. Fuimos hechos para ser conocidos, amados y para pertenecer.
Pausa: ¿Amas a otros en la iglesia? ¿Especialmente a los que no están en tu círculo o no son como tú?
Practica: ¡Inscríbete para servir con un grupo de personas a las que no conoces y mira lo que Dios hace en ese tiempo juntos!
Ora: Padre, confieso que es difícil amar com Tú me amas. Yo aprovecho el don de gracia que me das, pero no se lo doy a mi prójimo. Señor, necesito Tu ayuda. Ayúdame a amar como Tú me amas, no solo de palabra sino con mis acciones. Ayuda al mundo a verte a través de nosotros, Tu Iglesia. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde pertenezco? ¿Cuál es mi propósito? Si te has hecho preguntas como estas, no estás solo. En el fondo, todos sentimos que hay más en esta vida, que fuimos hechos para más. En este estudio de 15 días, descubriremos para qué fuimos hechos, dónde encontramos sentido de pertenencia y aceptación verdaderos ¡y el propósito para el que Dios nos creó!
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