El Trabajo Es Un Don De La Gracia Muestra

Un buen trabajo proveniente de un Dios bueno

A través del Antiguo Testamento, aprendemos la importancia del trabajo, incluida en los Diez Mandamientos. Dios dice que debemos trabajar durante seis días y descansar el séptimo. Su diseño original del trabajo era que la gente dedicara su vida de forma productiva, con un ocio regular para celebrar las bendiciones de Dios. La palabra hebrea para trabajo es «abodah», que también puede traducirse como servicio. El trabajo es nuestro servicio al Señor, que también es una forma de adoración. ¿Has pensado alguna vez que cuando vas a trabajar, estás sirviendo y adorando a Dios? Esto le da un nuevo giro a nuestro trabajo y a la forma en que Dios lo ve.

En Eclesiastés 2:24-25, tenemos quizás una de las mejores visiones de la gracia de Dios a través del don del trabajo. «Nada es mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios, porque ¿quién puede comer y alegrarse, si no es por Dios?». El verso dice que nada es mejor. Incluso después de la caída, todavía encontramos que nada es mejor para un hombre que disfrutar de lo bueno que es su trabajo. ¡Qué gran respaldo para el trabajo! Debemos encontrar placer en nuestro trabajo porque nos fue dado por un Dios bueno. El buen trabajo de un Dios bueno es bueno para el alma. Esta es la forma en que Dios lo diseñó y cómo debemos emprenderlo. Nuestro trabajo debe ser entendido y disfrutado como un regalo de un Dios bondadoso y bueno.

Al examinar el Nuevo Testamento, vemos surgir un patrón muy interesante. El trabajo formaba parte de la vida cotidiana de Jesús y sus discípulos. De hecho, Jesús fue un trabajador que pasó treinta años de su vida como carpintero. Jesús construyó con sus manos, trabajando con madera y piedras.

Pablo era un fabricante de tiendas, mientras que Pedro era un pescador. Mateo era un recaudador de impuestos. Jesús dijo: «Mi Padre aún hoy está trabajando, y yo también trabajo». Tanto Jesús como Dios son trabajadores. Trabajaron juntos en la creación. Si tanto Jesús como Dios trabajaron, ¿no deberíamos trabajar nosotros también? Ellos nos dan el ejemplo. Son nuestro ejemplo no sólo para nuestra vida laboral, sino también en cómo podemos amar, servir y extender gracia a los demás.