[Apocalipsis] A la iglesia, parte 2Muestra

Ser pobre, pero rico

En la carta escrita a la iglesia de Esmirna, Jesús comienza su exhortación a los creyentes en esa antigua ciudad diciendo que él conoce sus aflicciones y su pobreza. De inmediato, les dice que son ricos, aunque sean pobres. Durante los siglos I y II después de Cristo, los verdaderos cristianos pasaron por una terrible persecución debido a su fe. La persecución significaba la exclusión de las estructuras sociales, de las oportunidades de trabajo e incluso de recibir cualquier tipo de ayuda de los vecinos. Estos creyentes habían experimentado la persecución bajo Nerón y Diocleciano, por nombrar algunos de los tiranos emperadores romanos que se deleitaron con la muerte de los creyentes en la iglesia primitiva. 

Sin embargo, Jesús consoló a esos creyentes diciendo que él sabía muy bien lo que estaban pasando y prometió una corona de victoria para los vencedores. Casi podemos escuchar al Señor diciendo que él sabe que su grave condición de pobreza los está haciendo ricos. Innumerables cristianos testifican que los tiempos difíciles los lleva a crecer en su fe y, por lo tanto, a hacerse espiritualmente ricos. La pobreza espiritual es la peor condición de un ser humano, ya que es característica de las personas sin fe y sin comprensión espiritual de su destino eterno sin Cristo como su salvador. Las siete cartas escritas a las iglesias en el libro de Apocalipsis se dirigen a los creyentes que sufren de ceguera espiritual, entre otros problemas. Es la misma ceguera espiritual de una persona, que a menudo es causada por la ignorancia de lo que la Biblia enseña acerca de la salvación y la fe; esta ignorancia conduce a la pobreza espiritual, la falta de fe. La fe personal en el Señor Jesucristo lleva a hacerte espiritualmente rico.

En una escala mucho más amplia, podemos leer fácilmente sobre el crecimiento del Evangelio en países muy pobres de África y América Latina: países donde la pobreza extrema alcanza a más del 40% de la población, vemos que la mayoría de los creyentes provienen de condiciones económicas muy pobres. La pobreza no es un impedimento para que una persona sea rica espiritualmente. Esto es precisamente lo que encontramos en la iglesia de Esmirna: creyentes con una fe fuerte, sometidos a tribulación y sin embargo aferrados a su fe.