Entendiendo la verdadera paz.

Ayer leímos que una condición para tener paz en nuestra vida es aceptar el sacrificio que Jesús hizo en la cruz. Algunos pueden creer que no es necesaria esta condición, porque sin aceptar a Jesús  en apariencia viven bien, con tranquilidad, con una supuesta paz, pero ESO QUE ESTAN EXPERIMENTANDO NO ES LA PAZ  DE DIOS, esa es la paz ficticia que el mundo trae la cual es efímera y pasa tan pronto como llega.

Hay quienes creen tener paz a través del dinero, la familia, los bienes materiales, el trabajo. Todo eso pasará, todo eso tiene fecha de caducidad, por eso cuando pierden cualquiera de estas cosas pierden la tranquilidad y comienzan a tener conflictos consigo mismo y con quienes los rodean. Algo claro es que sin Dios todos los caminos que el hombre tome lo llevaran al sufrimiento y al fracaso.

A través de Jesús tenemos la verdadera paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” Juan 14:27.  Esta paz que Cristo trae a nuestra vida no depende de nuestras posibilidades o fortalezas, como en el mundo, sino en lo que Él ya hizo en la cruz del Calvario, es la tranquilidad amorosa que se produce por el Espíritu, no importando las circunstancias. Esta paz la desconocen quienes aún no son salvos y es la seguridad y calma en tiempos de dificultad.