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Lo que Demanda el Perdón
El perdón que Jesús enseñó no es una tontería de corazón blando y una boca que solo quiere vacilar. El perdón está lleno de compasión, que exige un cambio de conducta. Escuche esto: perdonar a otra persona sin exigir un cambio en su conducta es hacer de la gracia de Dios cómplice del mal. Ésta puede ser la declaración más poderosa que jamás haya leído, así que léala de nuevo: Perdonar a otra persona sin exigir un cambio en su conducta es hacer de la gracia de Dios cómplice del mal.
Mire esta historia que se cuenta de una mujer sorprendida en adulterio en Juan 8: 3-11. Los fariseos siempre intentaban atrapar a Jesús. Ya sea que quisieran acusarlo de trabajar en sábado o de intentar burlarlo con su vasto conocimiento de la ley mosaica, concentraron toda su energía y atención en tratar de hacer que Jesús quedara mal. ¡Imagínese si hubieran gastado la mitad de ese tiempo y energía aprendiendo de Él, todo lo que podrían haber logrado para el reino!
Si alguna vez se ha metido los dedos en los oídos y ha dicho: “¡No quiero oír!”, Sabe lo agravante que esto puede resultar para su interlocutor. Jesús se negó a comprometerse e incluso reconocer a los fariseos. Puedes imaginar el sonido de su sangre hirviendo a medida que pasaba cada segundo en silencio.
El silencio de Jesús no los hizo callar, pero Él sabía lo que haría. Sin duda has escuchado el dicho, “cuando apuntas con el dedo a alguien, tienes tres más apuntando hacia ti”. Este es precisamente el argumento que Jesús usó sobre los fariseos. Si esos dedos que apuntan hacia ti salen limpios, libres de pecado, entonces adelante, encuentra la piedra más grande que puedas levantar y tírala. De hecho, sé el primero en tirarla para demostrar lo justo, puro y sin pecado que eres.
Los fariseos pudieron haber tenido motivos impuros. Su método pudo haber estado totalmente equivocado. Pero no estaban dispuestos a reclamar la perfección personal. Los más viejos y sabios del grupo fueron los primeros en dejar caer sus piedras y marcharse. En seguida de ellos, uno por uno de los jóvenes con su orgullo propio de la edad fueron saliendo, hasta que solo quedó Jesús para juzgar a la mujer.
Jesús tenía todo el derecho de juzgar a la mujer. Solo Él estaba sin pecado, Él era perfecto en todos los sentidos. Sin embargo, se negó a condenarla. Él la perdonó, pero el perdón no llegó sin su propia exigencia: "Ve y no peques más". Su punto fue claro: "Te perdono, pero espero que cambies tu conducta".
Es cierto que Dios te perdonará todo pecado que se confiesa y se abandona, pero no puedes simplemente confesar sin abandonar. Si no abandonas tu pecado, lo que significa es que te apartas y renuncias a él, entonces ahí estás en problemas y no estás caminando en la gracia y la misericordia del Señor. En pocas palabras, cuando Dios te perdona el pecado, espera que lo detengas, ¡Vete y no peques más!
Escrituras
Acerca de este Plan
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Nos gustaría agradecer a Hagee Ministries por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.jhm.org/absolutepower