Ganando El Corazón De Dios Muestra

Día cinco: Un corazón conocido

Debido a la gracia de Dios, no tenemos que vivir una vida de cosechar lo que sembramos. ¿Recuerda al hijo pródigo en la parábola de Jesús? Al comienzo de la historia, lo vemos tropezando en la última colina en su camino a casa. Incluso, antes de llegar a la puerta de la granja, ve una figura en el camino que corre hacia él. Es su padre, llorando, riendo y agitando los brazos en el aire. El padre abraza y besa al hijo mientras el hijo dice: “No me merezco esto”.

El padre grita que su hijo que estaba muerto está vivo de nuevo. Estaba perdido, ¡pero ahora lo han encontrado! Este no es un Dios de siembra y cosecha. ¡Este es un Dios de alegre abundancia! Recuerda esto: el amor de Dios es tan abundante que no se puede comprender; solo se puede recibir.

Jesús no solo amaba a la gente, amaba a las personas. A primera vista, ambos parecen ser lo mismo, pero no lo son. El amor de Dios es tan cósmicamente grande que incluye al mundo entero; sin embargo, Jesús expresa ese amor de una manera tan personal e individual hacia ciertas personas en la forma en que necesitan recibirlo. Jesús pasó tiempo sanando y comiendo con personas. Tenía tiempo para cada individuo.

 

Jesús contó la misma historia de diferentes maneras para poder conectarse personalmente, no solo enseñar de una manera genérica. Expresa el mismo amor, pero de manera que todos puedan captarlo. Jesús no solo amaba a todos, amaba a cada persona individualmente. Vemos esto con frecuencia cuando a una historia le sigue su toque personal.

 

Aquellos marginados de la sociedad judía, los recaudadores de impuestos y los pecadores que se reunieron alrededor de Jesús cuando él dijo que un pecador que se arrepiente da más gozo en el cielo que docenas de personas que no sienten la necesidad de hacerlo. Sintieron el toque personal de su amor individualmente. En el centro de la historia que les contó estaba el amor de un pastor por una sola oveja perdida.

El amor de Dios es tan infinitamente abundante que incluso puede expresarlo en las formas particulares en que tú puedes recibirlo. Si escuchas esto y entiendes, el conocimiento mental sobre Jesús se trasladará repentinamente al centro mismo de tu vida y se convertirá en el conocimiento del corazón que te hará crecer de adentro hacia afuera. Él te está hablando. Él te ama.

Reflexión:

¿Cómo cambia la forma en que escuchas las historias que Jesús relata cuando te das cuenta de que las está contando con la intención de tocarte?

Oración: 

“Señor, me pierdo en mis pensamientos y puedo esconderme entre la multitud. ¿Me hablarías con tus palabras de una manera que pueda saber que eres tú? Espíritu Santo, ven. Amén.”