Amando Mi ProcesoMuestra

iTRANSMITE LO QUE HAY DE DIOS EN TI

En una ocasión, en conversación con conocidos pude escuchar a un joven decir que no estaría preparado para asistir a una iglesia, que es para personas mayores o que debe llegar a un determinado nivel de "santidad” para estar en los caminos correctos. Muchas tienen o tuvimos en algún momento esta idea en nuestra mente. 

¡No somos perfectas!

Pero no deberíamos usar esto como barrera en nuestra búsqueda de una relación con Jesús. Aún, cuando una persona acepta una vida con Jesús, sigue siendo imperfecta, sigue equivocándose y fallando.

Sólo cuando nos dejamos moldear por el mejor alfarero, como dice Su Palabra, podemos llegar a ser verdaderamente transformadas. 

Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros (Isaías 64:8 JBS).

Desde mis inicios de una vida con Cristo, Dios me ha permitido poder servirle; en realidad, ¡amo servir! Pero no sólo hablamos del servicio en nuestras Iglesias;  servir influye también ayudar a nuestras familias, amigos y conocidos. Todas las personas tenemos nuestras luchas; ahora es cuando podemos reflejar la luz, la luz de Jesús.

Esos deseos de ayudar vienen de Dios; Él las deposita en nuestros corazones.

Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:13 RVR95).

Y todo lo que hagamos debe glorificar a Dios, ¡no a nosotras! Si recibimos buenas críticas y elogios por lo que hacemos, que toda la gloria se la lleve Dios.

Juan Calvino dijo: “Todo lo malo que veas en mí soy yo mismo; todo lo bueno que veas en mí es Cristo”.

Todo lo bueno de nosotras es Dios en nuestras vidas.

Servir a los demás es considerarlos a ellos más importantes. Jesús, siendo Señor y Rey, lavó los pies de Sus discípulos como símbolo de Su amor y Su servicio hacia ellos. Si Jesús lo hizo, ¿no crees que nosotras también? ¡No se trata de nosotras; se trata de Jesús! 

No tenemos que competir con otra persona para ser mejores en nuestro servicio, en nuestros trabajos o en nuestros estudios. Luchemos por agradarle a Dios, no a las personas.