Un viaje a través de Lucas y HechosMuestra

En esta sección, Lucas presenta a un centurión romano llamado Cornelio, que representa todo lo que las personas judías odiaban acerca de la ocupación romana. Un ángel se le aparece a Cornelio y le dice que llame a un hombre llamado Pedro que se está quedando en la casa de Simón en Jope. Cuando Cornelio manda mensajeros para hacerlo, Pedro está exactamente donde el ángel le dijo que iba a estar, participando en la hora de oración judía, cuando de repente tiene una extraña visión. En la visión, Dios le trae un grupo de animales que los judíos tenían prohibido comer y le dice a Pedro: “Cómelos”. Pedro contesta: “Yo nunca he comido algo impuro”. Pero Dios responde: “No llames impuro a lo que yo he convertido en puro”. Esta visión se repite tres veces y deja a Pedro perplejo.

Mientras Pedro sigue pensando en la visión, los mensajeros llegan con una invitación para que Pedro vaya con ellos a visitar la casa de Cornelio. En este punto, Pedro empieza a entender la visión que tuvo. Pedro sabe que ir a una casa no judía supondría un riesgo de impureza ritual, por lo que normalmente rechazaría la invitación. Sin embargo, a través de la visión, Dios estaba ayudando a Pedro a ver que él no debía llamar a nadie impuro. Dios tiene el poder de purificar a todas las personas que confían en Jesús. Así que sin objeción alguna, Pedro va a la casa de Cornelio y comparte las buenas nuevas acerca de Jesús: su muerte, resurrección y el perdón para todos los que confían en él. Mientras Pedro aún hablaba, el Espíritu Santo llenó a Cornelio y a todos los miembros de su familia, ¡justo como lo hizo con los seguidores judíos de Jesús el día de Pentecostés! El movimiento se estaba extendiendo hasta llegar a todas las personas, justo como Jesús dijo que pasaría.