Liderazgo es dominio personalMuestra
“[el Espíritu Santo produce] humildad y control propio” Gálatas 5:23
El dominio propio o templanza se presenta como un fruto del Espíritu Santo, como una capacidad sobrenatural para desarrollar control sobre los deseos, los apetitos, sobre nosotros mismos y las circunstancias externas.
Más allá de nuestra capacidad de autodisciplina que podamos desarrollar como seres humanos y que es necesaria, el dominio propio es en realidad el dominio del Espíritu Santo sobre nuestras vidas, y que nos permite ejercer gobierno y regulación de nuestros estados internos y de nuestras acciones.
A través, pues, del fruto del Espíritu Santo de la templanza, éste actúa en nosotros como fuerza y motivación que nos lleva a perfeccionar la santidad en el temor de Dios, y hace que Cristo sea una realidad en nuestras vidas. En ese sentido, no se refiere a algo que nosotros hacemos aparte de Dios, sino a la acción de Él en nuestra vida, para gestionar con dominio sobre nuestras emociones, impulsos e inclinaciones naturales, y para vencer las tentaciones del mundo.
Templanza viene del vocablo griego enkrateia y significa ejercer control sobre sí mismo; fuerza, dominio propio, moderacion, sobriedad y continencia. Viene de la palabra "kratos" (fortaleza), y significa "alguien que se sostiene a sí mismo”. Templanza o dominio propio es tener una mente segura, cabal, disciplinada, y tener control sobre la propia vida y la influencia de las circunstancias.
El dominio propio nos permite vivir con moderación, debemos evitar los extremos en nuestra vida. La templanza nos conduce al equilibrio, la ecuanimidad, el dominio personal para el más óptimo aprovechamiento de los recursos disponibles y el mejor desempeño. Así, como líderes cristianos, el dominio propio nos facilita la autonomía y elección intencional en nuestras decisiones, al permitir guiarnos en la vida por razones distintas a factores externos, sino consiguiendo los agentes causales de la conducta en nuestro interior, y alineados a la voluntad de Dios.
Este fruto del Espíritu Santo es fundamental en el ejercicio del liderazgo espiritual. Facilita el dominio de nuestras emociones, tiempo, prioridades, etc.
Algunas cosas sobre las que debemos dominar, según la palabra de Dios:
a) Nuestra lengua (Santiago 3:2; Proverbios 6:2; 21:23).
b) Nuestros deseos (1 Tesalonicenses 4:3-8).
c) Nuestros hábitos (1 Corintios 6:12-20).
d) Nuestra mente (Filipenses 4:8; Romanos 13:14).
Los líderes cristianos con templanza no ceden ante las presiones externas, en especial si estas van en contra de sus valores y creencias (principios de la palabra de Dios); tampoco se dejan dominar por sus impulsos e inclinaciones naturales.
Escrituras
Acerca de este Plan
El liderazgo se traduce en dominio personal: emociones, inclinaciones, hábitos, prioridades, etc. El dominio personal es esencial en el desarrollo del liderazgo. La base del liderazgo es conquistarse primero a uno mismo. El éxito en el ejercicio del liderazgo tiene que ver con el trabajo organizado desde la fortaleza y dominio interior. Los buenos líderes han aprendido a dirigirse a sí mismos.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/