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EL VERDADERO VALOR

Un día quise ver una película con una amiga y le recomendé una que me había llamado la atención porque había encontrado en un documental la historia del por qué se había creado la película. Y me pareció fascinante antes de saber el verdadero significado de la película. Me parecía solo… una película más y no le había dado importancia. 

Cuando la estaba viendo con mi amiga decidí pausarla y contarle la razón del por qué existía esta. Y cuando terminamos de verla e incluso en medio de que ocurrían cosas en esta película era algo profundo, aportaba valor y generaba expectativa total… cuando sabíamos el verdadero valor. 

Al final ella me dijo. “Creo que si no me hubieras contado la razón por la que hicieron la película me hubiera parecido aburrida o no le hubiera prestado atención”. 

Creo que nosotros como humanos tendemos a desvalorar, desprestigiar, familiarizar o pasar por alto cosas que son tan comunes en nuestra vida que cada vez más pierden el valor. O tienen un valor distinto o simplemente nosotros nunca descubrimos el valor correcto de ellas.  Pero, ¿y esto qué tiene que ver con no iniciar algo nuevo? Bueno, creo que a parte de un por qué real tenemos que tener paz con nuestra forma de ser. En que, si es difícil lograr cosas nuevas, en que aún no lo logremos, en que nos cueste y primero dejar que Jesús nos muestra el verdadero valor. 

Muchas veces, así como aquella película, se valoró más después de saber su valor real y la razón real. Con Jesús acostumbramos a perderle el valor real y para nosotros Su salvación se hace algo familiar y desmeritada. Pero solo cuando logramos y permitimos que Él nos transforme desde dentro con ese valor real aprendemos a vivir como realmente somos y como Él desea. 

El verdadero valor hace que formar cosas nuevas valgan la pena. Hace que dejar otras cosas no cueste tanto y eso es aprovechar lo que nadie entiende mucho, pero todos disfrutan. Y eso es la gracia de Jesús. 

Quizá para ti es difícil orar un poco más… o solo orar, o leer la Biblia, y es frustrante porque ves que otros lo hacen y sientes la competencia. Ejercicio, lectura, comer saludable… pero antes de todo, de iniciar cosas nuevas: primero pide el significado correcto y deja que Jesús te muestre cada vez más el valor correcto de ello. 

La culpa es un combustible de cambio que se acaba rápido, pero el combustible del amor de Dios siempre estará disponible y nunca se acaba. El combustible de la aprobación, el combustible de lo que los demás hacen, el combustible de ego siempre durará unos kilómetros. Pero la gracia y el amor, el verdadero valor y disfrutar de ello durará siempre.