Los personajes de la Pascua: Simón PedroMuestra

No puedes contar la historia de la Pascua sin mencionar la asombrosa negación de Pedro.

¿Cómo un devoto discípulo, de pronto, traiciona a Jesús? Para poder entender, tenemos que ponernos en sus sandalias esa trágica mañana. La escena de la negación ocurre al final de una extenuante y larga semana que comenzó con un gran gozo y una promesa. 

Comienza con un gran momento emotivo, la entrada triunfal de Jesús a la ciudad en un burro y una multitud recibiéndolo con ramas de olivo y proclamándolo como el Rey de los Judíos. Jesús, así, estaba cumpliendo la profecía de Zacarías que decía que un futuro rey no ortodoxo iba a entrar a Jerusalén, no en una carroza sino en una humilde bestia de carga. 

Mientras corría los días, un sentido del peligro iba creciendo. Murmullos de complots de líderes religiosos, tramas secretas para capturar a Jesús y a los discípulos. Debió ser muy frustrante para Pedro y los demás ver que Jesús parecía no hacer nada para parar todo eso o ni siquiera tomar revancha. A veces, Jesús, parecía exacerbar esta división, persiguiendo mercaderes que vendían en el templo y prediciendo la destrucción del edificio de Herodes, una especie de orgullo nacional israelí, en un futuro no muy lejano. 

El clímax de todo esto fue cuando Jesús y los discípulos disfrutaron la Pascua en un cuarto que Pedro y Juan aseguraron. Esto tiene todos los elementos típicos de una cena de Pascuas, excepto que Jesús continuaba hablando de Su inminente arresto y muerte en manos de Sus enemigos. Pedro se preguntaba, ¿cómo es que un rey pueda reinar cuando éste está resignado a su fatal destino? Pero Jesús continuaba mencionando que Él se iba, pero luego enviaría al Espíritu Santo. Esto ponía a los discípulos aún más tristes y preocupados. 

Pedro había dejado todo, gracias a la idea que Jesús era el mesías prometido. Pero, ¿cómo el Mesías podía permitirse ser capturado y asesinado? Internamente, Pedro se repetía que él no dejaría que esto pasará. Él pelearía e incluso daría hasta su propia vida para proteger a su Maestro. Pero Jesús no parecía alentar esa idea. Él predecía que todos los discípulos lo abandonarían, incluso, que uno lo traicionaría. Jesús podía ver el alma de Pedro de una manera que ni siquiera este mismo la veía.